Con el comentario-análisis del soneto XIII “A Dafne ya los brazos le crecían” de Garcilaso de la Vega, vamos a indagar en el contenido y los aspectos formales de esta composición del poeta toledano. Para ello, seguiremos los pasos que establecimos en nuestra entrada Cómo comentar un poema.
En cualquier caso, un comentario de texto no es una ciencia exacta, por lo que el orden en el que se analiza la poesía puede ser variable.
Sí que es imprescindible que el comentario incluya un estudio tanto de la forma como del contenido, y la interrelación entre ambos aspectos. En mi caso, prefiero empezar con la métrica, ya que me sirve para centrarme en el poema y su estructura. Lo que me ayuda a leer con mayor atención e ir desentrañando el sentido del contenido. Empecemos:
Análisis métrico del soneto XIII “A Dafne ya los brazos le crecían”
Vamos a señalar en negrita las letras que se repiten a partir de la sílaba tónica —que está resaltada en violeta—. Igualmente, separamos con el símbolo “/” las sílabas métricas.
A/ Daf/ne/ ya/ los/ bra/zos/ le/ cre/cí/an/, 11A
y en/ luen/gos/ ra/mos/ vuel/tos/ se/ mos/tra/ban/; 11B
en/ ver/des/ ho/jas/ vi/ que/ se/ tor/na/ban/ 11B
los/ ca/be/llos/ que al/ o/ro os/cu/re/cí/an/. 11A
De/ ás/pe/ra/ cor/te/za/ se/ cu/brí/an/ 11A
los/ tier/nos/ miem/bros/, que aún/ bu/llen/do es/ta/ban/; 11B
los/ blan/cos/ pies/ en/ tie/rra/ se/ hin/ca/ban 11B
y en/ tor/ci/das/ ra/í/ces/ se/ vol/ví/an/. 11A
A/quel/ que/ fue/ la/ cau/sa/ de/ tal/ da/ño/, 11C
a/ fuer/za/ de/ llo/rar/, cre/cer/ ha/cí/a 11D
el/ ár/bol/ que/ con/ lá/gri/mas/ re/ga/ba. 11E
¡Oh/ mi/se/ra/ble es/ta/do, oh/ mal/ ta/ma/ño,/ 11C
que/ con/ llo/rar/la/ crez/ca/ ca/da/ dí/a 11D
la/ cau/sa y/ la/ ra/zón/ por/ que/ llo/ra/ba/! 11E
Análisis de la rima y la métrica
El poema está compuesto por dos cuartetos y dos tercetos. Es decir, la composición clásica del soneto. O lo que viene a ser dos estrofas de cuatro versos de arte mayor en endecasílabos con rima ABBA – ABBA (los cuartetos), y dos estrofas de tres versos de arte mayor en endecasílabos con rima CDE – CDE (los tercetos).
A este respecto, es preciso destacar que el soneto es una de las composiciones poéticas más repetidas en nuestra poesía.
Introducido en el siglo XV —sin demasiada fortuna— por el marqués de Santillana en sus “Sonetos fechos al itálico modo”, tuvo que esperar hasta el siglo XVI, de la mano de Boscán y de la pluma de Garcilaso, para triunfar entre los poetas del parnaso (en) español.
Análisis de la estructura
La estructura del poema también se adapta al modelo clásico del soneto de estilo petrarquista. En este sentido, el soneto se estructura planteando y desarrollando el tema tratado en los cuartetos. Mientras que en los tercetos se produce el desenlace del tema.
Podemos observar que el tema tratado en la poesía es un tema de la mitología griega. En concreto, Garcilaso se sirve de una de las transformaciones del libro I de “Las Metamorfosis” de Ovidio.
Según este mito, Apolo tras haber vencido a la serpiente Pitón se burló de Cupido. Este, como venganza de la afrenta del dios del Sol, decide lanzar una flecha con punta de oro a Apolo —consiguiendo con ello que se enamore perdidamente—. Por contra, lanza una flecha con punta de plomo a Dafne —que tiene el efecto contrario, esto es, provoca el rechazo y el desprecio—.
De este modo, Apolo se enfrentará a un amor imposible. Y así sucede. Dafne lo rechaza y comienza a huir al percatarse de que el dios de las artes no estaba dispuesto a renunciar a poseerla. En consecuencia, Dafne huye de Apolo, que la persigue —a priori, con no muy buenas intenciones—.
Cuando Dafne entiende que ya no le quedan fuerzas para seguir corriendo, y al observar que Apolo se aproximaba a ella, solicita ayuda al río Peneo, su padre, dios de las aguas, para que la transforme en un laurel.
Así pues, en los dos cuartetos, Garcilaso comienza, en media res, desarrollando el mito en la parte en la que Dafne ya se está transformando en laurel.
Mientras que en los tercetos se centra en la figura de Apolo. Que al contemplar la transformación de Dafne, solo puede prorrumpir en sollozos. Alimentando con sus lágrimas el laurel en el que Dafne se había convertido.
Análisis del contenido
Como vemos, para poder realizar el comentario/análisis del soneto XIII “A Dafne ya los brazos le crecían” de Garcilaso de la Vega, es preciso conocer el mito al que se refiere. Si no, es imposible entender el contenido del poema.
Del mismo modo, tenemos que fijarnos en “el estilo contemplativo” con el que se configura este soneto. En efecto, si nos centramos en los verbos, vamos a descubrir las claves fundamentales que nos van a ayudar a entender el contenido.
El contenido de los cuartetos
El verbo “vi” que observarmos en el tercer verso es el que nos permite establecer lo que antes he denominado como “estilo contemplativo”. Toda vez que la voz en primera persona del verbo, introduce el “yo lírico”, o la voz del poeta.
En cambio, el resto de los verbos del poema están referidos en tercera persona del plural: aquellos que concuerdan con los miembros de Dafne que se transforman —crecían (los brazos), tornaban (los cabellos), etc.—. O en tercera persona del singular: cuando expresan la reacción de Apolo al ver la metamorfosis de su amada —hacía, regaba, lloraba—.
En consecuencia, podemos determinar que el “yo lírico” está contemplando —vi— la escena que nos describe a través de sus versos. Podemos elucubrar que se encuentra observando alguna estatua, cuadro o grabado que muestra lo que el poeta expresa con palabras.
Así, en esa “retransmisión” de lo contemplado, sorprenden los violentos hipérbaton que Garcilaso utiliza. Más aún, coloca casi todos los verbos —la mayoría son de acción— al final de cada verso. Consiguiendo con ello un efecto de movimiento, de transición, en la lectura del poema.
Es como si la transformación de Dafne se viera reflejada de forma metafórica en los versos del poema. De ahí, los hipérbaton, de ahí, la distribución de los verbos. Los miembros trocados. Las palabras, también, cambiadas.
Por tanto, los cuartetos nos muestran esa metamorfosis de Dafne: sus brazos se vuelven ramas, sus cabellos —con el inevitable tópico renacentista de “la donna angelicata” de cabellos rubios— se convierten en hojas. Los pies, en raíces. Y todos los miembros de Dafne se recubren con la corteza en la que se torna su blanca piel.
El contenido de los tercetos
En los tercetos, continúa Garcilaso desarrollando esa “visión” contemplativa del mito de Dafne y Apolo que recrea en sus versos. Pero si en los cuartetos describe la metamorfosis de Dafne, en los tercetos se centra en la figura del desdichado dios del Sol. Si bien, no se le nombra en ningún momento.
En efecto, el primer terceto comienza con el pronombre “aquel”, que implica cierta impersonificación, un alejamiento del causante de la transformación de Dafne. Esto es, el “yo lírico” toma distancia respecto a la figura de Apolo. A quien culpa de lo ocurrido.
Asimismo, los hipérbatos se suavizan en el primer terceto. Apenas varía el orden sintáctico de los verbos. Lo que refrena el carácter transformador expresado en los cuartetos. Aunque este continúa debido a que las lágrimas de Apolo riegan al árbol en que Dafne se ha convertido.
Un juego antitético
De ahí, el juego antitético —y hasta punitivo— de Garcilaso hacia las lágrimas del dios. Cuanto más lloraba este, más crecía la causa por la que lloraba.
Que es lo que se indica en el último terceto, y el verbo con el que se cierra el poema. Si bien, en el inicio se incluye un verso bimembre que sirve a Garcilaso para expresar en tono exclamativo el tremendo dolor causado por la incontinencia de Apolo.
Un dolor, que aparece escrito en una suerte de estilo libre indirecto, en la que se confunde la voz del dios con la voz del “yo lírico”. Y que se extiende al modo reflexivo que adopta este terceto. Lo que también se observa en que ya no hay hipérbaton en estos versos.
Del mismo modo, los verbos ya no aparecen al final —salvo el ya referido “lloraba”—.
En definitiva, se insiste en que Apolo es “la causa”, “la razón” de lo sucedido a Dafne. Que condensan la carga semántica de lo expresado en los tercetos, junto con su consecuencia “lloraba”.
Análisis de las intertextualidades
Finalmente, para terminar el análisis del soneto XIII “A Dafne ya los brazos le crecían” de Garcilaso de la Vega, podemos afirmar que en el Renacimiento los poetas no se destacaban por la originalidad de sus temáticas. Toda vez que todos repetían los mismos temas y tópicos.
En este sentido, Garcilaso sigue a Petrarca en la utilización del mito de Dafne y Apolo. Toda vez que el poeta italiano, en varias de sus composiciones incluye la figura de Dafne como un trasunto de su amada Laura.
Asimismo, el mito fue recreado en el Barroco, si bien de forma jocosa por Quevedo. Que en su soneto “A Apolo, siguiendo a Dafne”, trata a esta de prostituta y alienta a Apolo a que pague como los demás y deje de perseguirla. También trata el mito en “A Dafne, huyendo de Apolo”.
Como siempre que realizamos un comentario, somos conscientes de dejarmos mil cosas en el tintero. No obstante, toda poesía es un fluir infinito del que nos permitimos atrapar algunas luces.
Por cierto, no te pierdas nuestro análisis de “Mientras por competir con tu cabello” de Góngora
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