Cada uno de los géneros literarios presenta una serie de elementos que lo individualiza frente a los demás. De este modo, conocer las características del género lírico nos va a permitir responder a la pregunta ¿qué es la poesía?, así como, identificar cualquier texto que se adscriba a esta tipología literaria.
Tal y como señalamos en nuestra entrada sobre los géneros literarios, la lírica quedó sin desarrollar en la Poética de Aristóteles. Bien porque el estagirita no le prestará atención, bien porque no nos ha llegado el texto completo de su obra.
En cualquier caso, si tenemos en cuenta que la obra del filósofo griego adopta el criterio de la enunciación para clasificar las obras literarias, en este sentido, la líríca es el género más difícil de encuadrar.
Toda vez, que las características del género lírico se fundamentan, entre otros, en la particular transducción que se produce ante la lectura de una poesía. Porque, ¿de quién es la voz que enuncia el poema?
Aunque antes de entrar en la materia, es preciso intentar aclarar algunos términos y definiciones. Empezando por el de poesía. No obstante, el género lírico está invariablemente asociado a la poesía. Ya que, si bien existe la lírica en prosa, es una forma minoritaria y, me atrevo a decir, no representativa de la lírica.
¿Qué es la poesía?
Si tenemos que precisar a qué nos referimos con el concepto de poesía, podemos optar por dos opciones. Una que nos dé una definición canónica, como la que encontramos en el Diccionario. O bien, intentar atrapar en unas palabras el halo emitido por el temblor de la luz de un verso.
Como no nos decidimos, vamos a usar la alquimia para entremezclar ambas posibilidades en una única potencia de ser. Así pues, si nos paramos a leer la primera acepción del Diccionario de la RAE de la palabra poesía, obtenemos lo siguiente:
1. F. Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa.
De donde podemos dilucidar que la poesía es ante todo un intento o una búsqueda de la expresión de lo estético, de lo bello a través de las palabras.
Aunque claro, si bien, alguien podría objetarme que la belleza se puede encontrar en todas partes… En la poesía cabe todo: lo bello y lo feo, lo estético y lo antiestético, lo elevado y lo mundano. En definitiva, observamos que la definición que nos facilita el Diccionario está tomada en positivo.
Pero, detrás de la poesía se esconde la infame verdad y, también, el juego oculto de la mentira. Que como una sombra proyectada en el cuerpo desnudo de una mujer, te precipita en el abismo, en el límite de la palabra nunca dicha. Allí, donde solo te puedes dejar llevar. Aun siendo consciente —si es que eso fuere posible— de que a pesar de que todas las señales están ahí, jamás hallarás ninguna respuesta.
Porque nunca la hubo. Porque como en un despertar de palabras que alimentan los sueños no soñados, y dan luz y calor a lo que nunca fue, la poesía alienta el camino de la esperanza por fundar, de lo nuevo por decir aun sin ser.
Incluso, también da vida a la muerte. A lo escrito —como todo lo humano— con tinta de barro. Llévanos, llévanos de tu mano a los límites de la expresión, al encuentro del ser y la conciencia, al abandono del sentir. Llévanos al vacío de las palabras. A la confusión del yo:
Porque lo que soy yo solo lo sabe el verso
Fragmento del poema “No se trata de rencor, sino de odio” de Leopoldo María Panero
que va a morir en tus labios
como el relincho que da fin a la caza.
El arte hecho con palabras
Como vemos, no es fácil definir la poesía. Toda vez que esta se alimenta de la substancia humana, con todo lo que ello implica de mudable e inconsistente. A fin de cuentas, de lo subjetivo. Es la expresión de un “yo”. Esto es, una forma de entender y sentir un universo, pero concentrado en una esfera diminuta.
Es como introducir toda una galaxia en una cajita musical, que espera ser abierta para dar rienda suelta a una melodía que se repetirá hasta el fin de los días.
De este modo, podríamos decir que una de las principales características del género lírico y que también nos sirve para responder a la pregunta: ¿qué es la poesía? Es la voluntad del poeta de crear una expresión artística sirviéndose de un elemento tan cotidiano —y podríamos decir hasta vulgar— como son las palabras.
En efecto, en el género lírico, a diferencia del narrativo y el dramático, por lo general, no se pretende contar ninguna historia. Más bien, la poesía pretende captar en un instante —condenado a lo eterno— un estado de ánimo, un sentir o —por qué no— un pensamiento.
Un juego expresivo
Si la poesía es un arte, una forma de expresión del “yo” y, en consecuencia, su materia se compone de la vida humana. Su envoltorio, el velo con el que se cubre, va a estar hecho de palabras.
Así, las palabras, esa herramienta básica del lenguaje, que una veces nada expresan, otras solo son ecos vacíos. Pero, en ciertas ocasiones, nos crean y dan consistencia a lo que pensamos o deseamos ser.
Sí, son las palabras las que dan vida a la poesía. De ahí que el poeta las mime, las envuelva en espuma de mar para evitar que toquen aquello que quiere ser dicho. Puesto que en cualquier palabra se esconde el cadáver de la poesía, que anhela resucitar en esos labios que también buscan. Esto es, en tus labios.
Por tanto, otra de las características de la lírica es esa forma de jugar con las palabras que tienen los poetas. Es la búsqueda de una nueva expresión, un decir que no haya sido dicho —si es que eso es posible—.
En cualquier caso, es el uso de eso que llaman estilística, o de la antigua y la nueva retórica. Todos esos recursos formales que buscamos cuando analizamos un poema y que solo nos sirven para poner etiquetas a nuestras contradicciones.
Me refiero al hecho de que como humanos nos vemos obligados a clasificar y ordenar el mundo —por ejemplo, a través de las palabras—. Pero, del mismo modo, sentimos la necesidad de desbordar el corsé con el que constreñimos lo real. Por eso existe la poesía.
Poesía y música
Otra de las características fundacionales del género lírico es su componente musical. Solo tenemos que acudir a la etimología de lírico para advertir que viene de “lira”, la antigua moneda italiana. Que no, que es broma… Proviene del instrumento musical de cuerda con el que los poetas acompañaban sus composiciones.
De este modo, en la poesía está inserta en su génetica una cadencia rítmica, un acompasamiento de las palabras que se consigue a través de distintos recursos fónicos y estilísticos.
Bien sea mediante la métrica y la rima, bien a través de las recurrencias sintácticas, fónicas, o semánticas del verso libre. En cualquier caso, encontraremos en la creación de cualquier un poema una vocación por lo musical. Por hacer que las palabras vibren en el fluir de los versos. De ahí, la especial entonación que, por norma general, adoptamos ante la lectura de un texto lírico.
En definitiva, y a modo de conclusión, podemos aseverar que las características del género lírico operan tanto a nivel intencional: hacer arte mediante las palabras. Como en su forma de constituirse: en el sentido de que en esa búsqueda estética, el poeta juega con la lengua y desborda los límites de la expresión. Y también, que en todo ello se incluye una cadencia rítmica que asemeja la poesía a la música hecha con palabras.
El análisis de un poema nos facilita indagar en estos elementos que hemos referido. Es por ello que os invitamos a leer algunos de los comentarios que realizamos de poesías como “¡Ah de la vida!” de Quevedo o de la rima XI de Bécquer.
Esperamos que os hayan quedado claras las características del género lírico. Si tenéis alguna duda o queréis comentar al respecto, podéis dejar vuestras impresiones más abajo en la sección de comentarios.