¿Haber, un elicoptero es un abion? Sí, ya sé… La pregunta no es lo que más os ha llamado la atención. Sino las considerables faltas de ortografía que harán sangrar los ojos de los más puristas. Y es que a cualquiera de nosotros ciertos errores ortográficos nos hacen daño a la vista. Pero, ¿qué sucede cuando estos no son tan ostensibles? ¿Somos más tolerantes? ¿Deberíamos de serlo? Son cuestiones que reflejan la importancia de la ortografía.
Nosotros que creemos en el error humano y, sin duda, somos asiduos en lo de meter la pata —generalmente, hasta el fondo—, tendemos a ser tolerantes en lo que a las faltas de ortografía respecta. Puesto que, de vez en cuando, también se nos escapa una tilde aquí, una coma allá o dudamos si reverberaban iba primero con v o con b.
Pero, claro, una cosa es entender que cualquiera puede cometer un error, o tener alguna falta. Y otra es encontrarse con un texto plagado de faltas de ortografía. En ese caso, ser tolerante ya no es una opción. Solo queda hacer notar, que por el bien de lo se quiere expresar, ese texto ha de ser corregido.
La importancia de la ortografía
Si nos permitís la metáfora, podemos comparar la ortografía con la higiene. Es decir, puedes vestir con el estilo que más te guste en cada momento o etapa de tu vida, pero si no cuidas tu higiene, da igual cómo vayas vestido, tu imagen va a resultar negativa para los demás.
Con la ortografía sucede lo mismo, puedes escribir con un estilo u otro, expresarte de una u otra manera, ser más o menos retórico, pero si tu texto está lleno de faltas de ortografía, la efectividad del texto se va a resentir, porque esos fallos están dando una imagen negativa de nuestra capacidad de expresión.
En efecto, imagina que entras a un blog de cocina, de deportes o de cualquier otra afición que puedas tener, y empiezas a leer una entrada que te resulta interesante. Pero, mientras avanzas en la lectura observas una falta de puntuación, una mayúscula mal puesta ahí, otra “v” más allá, una que te pone los ojos bizcos… ¿Seguirías leyendo? ¿Volverías a entrar a ese blog?
Seguramente, aunque el contenido nos pudiese resultar atractivo, la presentación nos va a tirar para atrás. Y bien, acabaremos por dejar de leer o llegaremos hasta el final, pero la impresión que nos va a dejar no va a invitar a que regresemos a esa web.
Es por ello que la mayoría de personas que escriben en un blog, se preocupen por cuidar su ortografía. Si no, siempre habrá algún lector que te señale algún error —a nosotros nos pasó con la tilde de un apellido, y damos las gracias de que nos aviséis—.
Este ejemplo, lo podemos trasladar al ámbito profesional, al educativo o al personal. La ortografía es inherente a nuestra imagen. Cuidar la ortografía va a hablar bien de nosotros, y va a centrar el foco en lo que queremos expresar. Un texto cuidado y ordenado es garantía de una buena presentación.
La ortografía y la norma
Desde un punto de vista lingüístico, la importancia de la ortografía radica en su adscripción a la norma. Si seguimos a Coseriu, podemos determinar que la norma se convierte en el enlace entre la lengua —en tanto que ente abstracto e inmaterial— y el habla individual de cada uno de nosotros.
De este modo, los hablantes que se expresen en una lengua dada, van a tener lo normativo como referente de que su expresión es correcta. Dicho de otro modo, cada lengua va a marcar unas reglas y pautas que se van a considerar lo adecuado, lo ideal y correcto a la hora de expresarse.
La ortografía entra dentro del ámbito normativo, toda vez que establece la corrección de la forma escrita. Esto es, nos indica cómo hemos de escribir para que nuestro texto sea adecuado, ajustado a la norma.
La norma es lo que permite que una lengua esté cohesionada, es decir, que todos sus hablantes se reconozcan y entiendan en dicha lengua. Ya que de no existir ese marco común normativo, al final la lengua acabaría por desgranarse en otras lenguas.
Si no existiese la ortografía, habría que inventarla. Puesto que en caso contrario, cada uno escribiría según su criterio y la lengua acabaría degenerando en distintas formas. De ahí, la importancia de la ortografía.