La retórica es una disciplina transversal a distintos campos de conocimiento que estudia y sistematiza procedimientos y técnicas de utilización del lenguaje con una finalidad estética o persuasiva dentro de la comunicación. Hemos titulado a nuestra entrada la retórica del silencio, puesto que pretendemos enlazar el silencio en la comunicación con la retórica tradicional.
En efecto, el llamado ars bene dicendi se convirtió «durante varios siglos, desde la Antigüedad al siglo XIX, en objeto de una definición funcional a la par que técnica: era un arte, es decir, un conjunto de normas que permitía, bien persuadir, o bien, más adelante, expresarse bien» (Barthes, 2009: 166).
La retórica clásica
La retórica clásica dispuso las bases de la composición y la disposición del discurso, así pues, estableció una oposición entre fondo y forma que:
Oponía Res a Verba: de Res (o materiales demostrativos del discurso) dependía la Inventio, o búsqueda de lo que podría decirse sobre un tema; de Verba dependía la Elocutio (o transformación de esos materiales en una forma verbal), y esta Elocutio venía a ser, en términos generales, nuestro estilo. La Forma se consideraba como la apariencia o vestidura del Fondo, que era la verdad o el cuerpo. (Barthes, 2009: 176)
El debate en torno al fondo y la forma se centró —y se centra— en determinar si la forma debe someterse al fondo o si esta puede ser un elemento significativo por sí misma.
Con un esquema lo vamos a comprender mejor:
Como podemos observar, la Inventio se ocupa de las ideas, la Dispositio de la organización y estructuración de las mismas y la Elocutio de la exteriorización de éstas por medio del lenguaje. Así pues, en esta división establecida por Quintiliano1 el silencio puede darse en cualquiera de las tres partes, tanto en la Inventio como en la Dispositio como en la Elocutio
Inventio, Dispositio y Elocutio
En la Inventio realizamos la elección de las ideas que nos servirán para construir nuestro discurso y en la Dispositio estructuramos las mismas. De esta forma, todas aquellas ideas o argumentaciones que no sirvan a nuestro propósito deberían de ser ocultadas en una suerte de silencio estratégico que nos permita adquirir cualquier situación ventajosa en nuestra interlocución. En consecuencia, se puede afirmar que existe la retórica del silencio como parte fundamental de la argumentación.
En la Elocutio se exponen las ideas y la disposición de las mismas a través del lenguaje. Por consiguiente, la expresión del silencio en este apartado se convierte en un elemento sígnico que adquiere un valor significativo que se materializa mediante las figuras retóricas; es decir, a través de formas no convencionales de las palabras se busca un desvío en el uso de la norma con el fin de lograr un efecto estilístico.
Podemos encontrar numerosas clasificaciones sobre las figuras retóricas existentes por lo que vamos a seleccionar solo aquellas que consideramos que pueden implicar un silencio bien de tipo gramatical como las figuras de omisión o bien de tipo semántico como las que tienen un efecto metafórico. Esto es, aquellas que podemos incluir dentro de:
La retórica del silencio
Procedamos a analizarlas siguiendo las denominaciones encontradas en el Diccionario de retórica y poética de Beristáin (1995):
El asíndeton
Es una figura retórica de omisión que afecta a la construcción sintáctica del enunciado. Consiste en la supresión de nexos y conjunciones entre palabras, proposiciones u oraciones. Esta ausencia de nexos consigue un efecto de mayor fluidez y dinamismo o de apasionamiento, puesto que intensifica la fuerza expresiva al convertir en una unidad lo que es múltiple.
Podemos observar que esto sucede así en este extracto de la poesía Desmayarse de Lope de Vega: «Desmayarse, atreverse, estar furioso, áspero, tierno, liberal, esquivo, alentado, mortal, difunto, vivo, leal, traidor, cobarde y animoso […]»; en efecto, el poeta consigue un mayor dinamismo y expresividad silenciando los nexos copulativos. El asíndeton puede darse entre sustantivos, adjetivos y verbos.
La elipsis
Supone la ausencia de una entidad lógica que forma parte de la estructura sintáctica de una oración. Sin embargo, esta omisión ni distorsiona el sentido de la frase ni implica una contradicción de las reglas gramaticales, puesto que dicha supresión se sobreentiende por el contexto.
De esta manera, con la elipsis se consigue un efecto estilístico que dota de mayor agilidad al texto sin añadir o modificar el significado, solo afecta a la forma. Se podría decir que es el recurso estilístico por antonomasia de la retórica del silencio.
Así, puede silenciarse el elemento verbal como podemos ver en el refrán «A enemigo que huye, puente de plata», donde se sobreentiende el verbo ‛poner’, es decir, el refrán completo sería: “al enemigo que huye, ponedle un puente de plata”.
También puede silenciarse un elemento nominal, tal y como sucede en la frase «Lucia ha tomado tres vasos de cerveza, yo solo uno», donde con ‛uno’ está indicando que ha tomado nada más que un vaso de cerveza. En esta frase se omite tanto el verbo como el sustantivo sin que el sentido de la misma se vea afectado, gracias al principio de economía del lenguaje que restringe la cantidad de elementos que pueden usarse en la comunicación mientras ésta sea efectiva.
La metáfora
Es una figura retórica de significado puesto que implica la identificación entre dos términos, de tal manera que se traslada el sentido recto de una de las voces a otro figurado a través de su semejanza o analogía. En una metáfora se dan tres elementos: 1º) El termino real, aquello de lo que en realidad se habla. 2º) El termino imaginario, es algo que se asemeja al termino real. 3º) La semejanza entre el termino real y el termino imaginario.
De esta forma, en el primer verso del poema A Flori, que tenia unos claveles entre el cabello rubio de Quevedo «Al oro de tu frente unos claveles», observamos como el termino real —el pelo— se sustituye por el termino imaginario —el oro— a causa de la semejanza que se infiere entre el color del pelo rubio y el color del oro.
En efecto, «la metáfora fuerza un silencio mediante la economía: se suprimen los elementos de la comparación y así se logra una traslación de significados. La palabra previsible queda sustituida por otra análoga. Por tanto, se pronuncia o se escribe una palabra donde era posible otra» (Grijelmo, 2012: 183).
La ironía
A través de esta figura retórica damos a entender lo contrario de lo que realmente queremos decir, en consecuencia, entre el significado completo de lo dicho y el significado exacto de lo que se pretende decir existe un contenido que no se especifica, se silencia, y ese significado oculto es el silencio que el receptor ha de interpretar.
De esta forma, la ironía no siempre es identificada por el receptor puesto que implica un conocimiento previo, bien cultural bien personal, que pueda otorgar sentido a la significación oculta a la que se refiere el hablante.
El contexto se convierte así en el elemento determinante de la ironía, toda vez que:
la ironía se basa en un significante correcto y gramaticalmente congruente, pero incongruente con el contexto en su conjunto. No se silencia nada en su expresión gramatical, ni en la estilística: sí se silencia el significado literal, que acaba siendo sustituido por otro como producto de la incongruencia de aquel con el contexto. (Grijelmo, 2012: 188)
De aquí se deduce que para poder ejemplificar la ironía es preciso introducir el contexto en el que se produce la misma, si decimos a alguien que se acaba de atiborrar a comida: «¿Qué? Te has quedado con hambre, ¿eh?», no estamos preocupándonos por el hecho de que nuestro interlocutor se haya podido quedar insatisfecho con los alimentos ingeridos, sino todo lo contrario, que nos parece que nuestro interlocutor ha comido demasiada cantidad.
La reticencia o aposiopesis
Es otra de las figuras retóricas de omisión, consiste en no decir todo lo que se sabe, para ello se deja incompleta la frase o la información que se transmite, destacando por encima de lo dicho lo que se calla. Por consiguiente, se produce un efecto de silencio donde se insinúa al interlocutor que lo oculto tiene un valor superior a lo expresado.
El refrán «uno vale más por lo que calla que por lo que dice» refleja con precisión lo que se pretende con el uso de la reticencia; es decir, que el emisor da a entender al receptor que sabe más información de la que expresa con la intención de que este último reconozca lo no dicho como un silencio con sentido.
En esta figura también se convierte en fundamental el contexto de los interlocutores, puesto que requiere una experiencia común entre ambos con el mensaje oculto, así pues «el emisor enuncia algo de lo que sabe (o aparenta saber; al menos), y silencia otra parte con la intención de que el receptor complete el mensaje.
De esta forma, se silencia una parte de las ideas que se podrían expresar, y pronunciar o escribir otra porción de la cual se puede inferir el todo» (Grijelmo, 2012: 192). Un ejemplo de reticencia lo encontramos en el verso de Bécquer: «¡Yo no sé que te diera por un beso!».
La alusión
Es una figura retórica a través de la cual se cita o se hace referencia a una persona o cosa sin citarla expresamente, es decir, de forma indirecta o por implicación se menciona a alguien o algo o se insinúa algo, no obstante, según el Diccionario de la RAE la mención puede ser explicita.
En cualquier caso, a nosotros nos interesa la definición que implica el silencio de la persona o cosa, tal y como sucede en el poema Retrato de Antonio Machado en el que se alude a la muerte sin nombrarla a través de los siguientes versos: «y cuando llegue el día del último viaje, y esté al partir la nave que nunca ha de tornar […]».
Como podemos ver, la alusión se sirve de otras figuras retóricas como la metonimia, la metáfora o el símbolo, para evocar aquello que se pretende expresar sin mencionarlo; de esta forma, las imágenes de la nave que parte y del último viaje se convierten en referencias simbólicas de la muerte. Por tanto, «la alusión consiste en silenciar un fragmento de lo que se podía referir, y ello se ejecuta mediante recursos lingüísticos vinculados a la indefinición. El silencio en la alusión actúa sobre el significante, también sobre el significado, provoca un efecto subjetivo y depende del contexto» (Grijelmo, 2012: 190).
La paralipsis
Es una figura retórica de omisión que consiste en nombrar aquello que a continuación se va a omitir en el discurso, es decir, se declara que se podría hablar sobre una cuestión pero, por contra, no se va a incidir en la misma. Con este recurso se pone el foco de atención en un tema para a continuación silenciar el desarrollo del mismo. Su uso es muy frecuente entre nuestros gobernantes en el debate político a través de frases del tipo «No voy a hablar ahora de las cuentas de su tesorero en Suiza…» o «Todos conocemos los resultados catastróficos de sus políticas de empleo por no mencionar los falsos ere´s para sus amigos».
Como podemos observar, en estos ejemplos se indica que no se va a hablar sobre el tema que se menciona pero, precisamente, se centra toda la atención de los oyentes en dicho tema pues, al ser silenciado por el locutor, obtiene una mayor relevancia ya que son los receptores los que se van a encargar de dar significado a ese falso silencio propiciado por el orador.
Conclusión
Existen más figuras retóricas que implican un silencio, tales como la metonimia o la alegoría, entre otras; no obstante, consideramos que las mismas, para nuestro propósito, se pueden englobar dentro de la explicación que hemos dado para la metáfora, puesto que todas implican un efecto metafórico que ya ha quedado explicado.
De este modo, vemos como la lengua ofrece suficientes recursos para lo que hemos denominado la retórica del silencio, ahora ya queda en tu mano el utilizarlos.
1 Marco Fabio Quintiliano, en latín Marcus Fabius Quintilianus (Calagurris, actual Calahorra, c. 35 – Roma, c. 95). Fue un retórico y pedagogo hispanorromano. Su fama proviene de su Institutio oratoria (c. 95 d. C.) que trata la educación elemental y los métodos para la formación básica en el campo de la Retórica.
Bibliografía:
BARTHES, Roland (2009). El susurro del lenguaje. Más allá de la palabra y la escritura. Ediciones Paidós Ibérica SA. Barcelona.
BERISTÁIN, Helena (1995). Diccionario de retórica y poética. Editorial Porrúa. México.
GRIJELMO, Alex (2012). La información del silencio. Cómo se miente contando hechos verdaderos. Santillana Ediciones Generales SL. Madrid.





