El relato Sylvie de Gérard de Nerval es una de las obras más delicadas que nos legó el romanticismo francés. Inserta en el movimiento que se inició con la obra Sturm und Drang —del alemán Klinger— e imperó en la Europa de finales del XVIII y principios del XIX. Si bien, gran parte de sus preceptos todavía impregnan buena parte de las corrientes de pensamiento actuales.
Libro romántico
Esta Tempestad e Ímpetu serán la base para el inicio de una nueva corriente literaria deseosa de romper con los cánones y formalismos establecidos por el racionalismo vigente en el siglo XVIII que constreñía la creación literaria.
Así, las figuras de Goethe y de Schiller supondrán la eclosión de un romanticismo triunfante en Alemania, que se impondrá, a su vez, en Francia a través de la figura de Mme. de Staëll, en una primera etapa, y posteriormente con autores como Víctor Hugo, Lamartine o Chateaubriand, entre otros.
Asimismo, en Inglaterra emergerían, como figuras principales, Lord Byron, Keats o Wordsworth con sus célebres “Baladas líricas”.
España, inserta en una frustrada reforma ilustrada, tardará en recibir los efluvios románticos, pero no por ello, dejan de ser destacables las figuras de Zorrilla, con su Don Juan Tenorio, Bécquer con sus Rimas, o Mariano José de Larra, que si bien no se consideraba a sí mismo un autor romántico, fue, probablemente, el único que vivió su pasión y destino como tal.
Puesto que como dijo Goethe “El mejor hombre, es el que se estremece”, condensando con esta frase gran parte del ideal romántico que sacudió a Larra.
Sylvie
Dentro de esta corriente, en Francia, encontramos Sylvie de Gérard de Nerval —El desdichado—. El cual, tras una vida atormentada y azarosa, decidió terminar sus días como adorno en una farola de París. Por suerte, antes de su suicidio, nos dejó una obra, si bien no es muy extensa, sí, bastante intensa.
En una de sus creaciones, Las hijas del fuego, nos encontramos con la historia de Sylvie, a través la cual, Nerval nos presenta las dos mitades de la concepción del amor romántico: el amor ideal y el amor real.
Ambas formas de entender el amor son magistralmente expresadas en el desarrollo del relato; así pues, el personaje de Sylvie se nos presenta como el amor tangible: “ella existe, buena y pura de corazón“; y su antagónica, encarnada en la figura de Adrienne, representa el ideal sublime.
Un tercer personaje, Aurelie, sirve para confrontar una especie de simbiosis transmutada entre Sylvie y Adrienne, la batalla interna del protagonista en la búsqueda de la felicidad a través del amor. Una figura intermedia donde, quizá, este persigue un sentimiento más intenso que el amor real con el cual hubiera, posiblemente, alcanzado el ansiado gozo: “tal vez ahí estaba la felicidad, sin embargo“, como el propio personaje pone en cuestión.
El amor ideal
Pero en su anhelo por encontrar el amor ideal, la sublimación de la belleza, el amor figurado de una diosa, determina que “la mujer real indignaba nuestra ingenuidad, tenía que aparecer como reina o diosa y, sobre todo, había que evitar acercarse a ella“.
De esta manera, la imagen de Sylvie se configura como una belleza, un amor posible y real, que surge en la percepción del recuerdo de un pasado vivido y perdido en el mundo de los sueños, aunque este regresa a un presente enredado, una vez más, en la búsqueda de ese amor ideal que se escapa. De ahí que Sylvie afirme “usted busca un drama, nada más, y el desenlace se le escapa“.
En efecto, es el amor enfrentado ante la circularidad de la huida hacia el mundo de las imágenes que aparece reflejado en la confesión: “lo que persigo es una imagen, nada más“. Es la lucha entre el deseo de encontrar y vivir su amor ideal —su Beatriz—, o la vivencia del amor cotidiano, el del día a día que requiere cuidados y esfuerzos por conservarlo.
Dos mitades imposibles de un mismo objeto que terminará por romperse en la figura del protagonista: “Era Adrienne o Sylvie, eran los dos mitades de un solo amor. Una era el ideal sublime, la otra la dulce realidad“.
Un estilo exquisito
Nerval, con una prosa preciosista y un lenguaje poético, nos sumerge en esa búsqueda cruel que llevará al protagonista a la pérdida del espejo de lo real frente al espejo de lo mágico, y que al final le hará vivir ese drama ansiado, esa pérdida de los amores de Sylvie y de Aurelie (aunque, a mi parecer, realmente no las ama) arrojados frente al cadáver de la poesía, representado a través de la muerte de Adrienne, la muerte del ideal, de lo intangible; una vuelta a la realidad por la que todos nos vemos empujados a escapar del mundo de los sueños.
Sin duda, el relato Sylvie de Gérard de Nerval ha de ser un imprescindible en tu biblioteca si te gusta la intensidad literaria —y, en muchos casos, trágica— del Romanticismo.
El desdichado
Aquí os dejo una poesía de Nerval en la que se refleja su sentido trágico de la vida:
El desdichado Je suis le Ténébreux, —le Veuf, —l´Inconsolé, Le Prince d´Aquitaine à la Tour abolie: Ma seule Etolie est morte, —et mon luth constellé Porte le Soleil noir de la Mélancolie. Dans la nuit du Tombeau, Toi qui m´as consolé, Rends-moi le Pausilippe et la mer d´Italie, La fleur qui plaisait tant à mon coeur désolé, Et la treille où le Pampre à la Rose s´allie. Suis-je Amour ou Phébus?... Lusignan ou Biron? Mon front est rouge encor du baiser de la Reine; J´ai rêvé dans la Grotte où nage la sirène... Et j´ai deux foix vainqueur traversé l´Achéron: Modulant tour à tour sur la lyre d´Orphée Les soupirs de la Sainte et les cris de la Fée Gérard de Nerval






No conocía a este hombre, gracias por compartirlo
El libro relumbra como una piedra preciosa en el atardecer de un riachuelo. De los imprescindibles, según mi humilde opinión.
Me encantó este libro, lo leí hace poco. Me ha gustado tu reseña! Soy estudiante de filología asi q me encanta las letras jeje
Qué otra cosa puedo decir, Beatriz, que no sea que a mí también me encanta este relato de Nerval ¡¡!! Gracias por tu comentario. Y disfruta todo lo que puedas de los libros, de la filología y de Dante, claro 🙂