Según el Diccionario de la RAE, las tarascadas son un golpe, una mordedura o una herida, también como segunda acepción aparece que son un exabrupto o brusquedad con que alguien contesta a otra persona. Finalmente, como término taurino recoge que son una cornada violenta.
De este modo, la intención de Pepe Caballero al asociar esta palabra con sus reflexiones, indica una clara voluntad de no dejarnos indiferentes, de golpearnos con sus cavilaciones o, en otros casos, de dejar que las palabras supuren a través de las heridas del alma. Escritas en estilo aforístico, las publicamos ordenadas de diez en diez, aquí os dejamos las primeras tarascadas de la serie:
I
Decía San Alberto Hurtado que somos un punto entre dos eternidades, una eternidad antes de mí y una eternidad después de mí. La reflexión está genial, solo que acabo de leerla mientras cagaba, y el punto se me ha llenado de mierda, mierda eterna…
II
Con los años he ido aprendiendo a no tomar las cosas tan en serio, hasta el punto de que me tomo tan en serio lo de no tomar las cosas tan en serio que creo que lo estoy haciendo mal otra vez. En fin, no tengo remedio.
III
La añoranza no es recordar los buenos momentos ya pasados, sino un suspiro que te llega del presente. Piénsalo y haz algo.
IV
Si de verdad quieres complicarte la vida, solo tienes que añadirle el adjetivo sentimental y ya lo tienes hecho.
V
El personaje que dijo que el rey estaba desnudo fue oportunamente tachado de negacionista y borrado de la historia.
VI
Mide tus deseos con la regla de las frustraciones y tal vez, algún día, encuentres la medida a tus ambiciones.
VII
Lo de follar se nos daba tan bien… que ya no sé si consciente o inconscientemente decidimos destruirnos antes que terminar nuestra inviable relación (“Tú eras el huracán…”) de forma amistosa.
VIII
No creas que cambiar tu destino es una tarea ardua o harto difícil, lo verdaderamente complicado es asumirlo y, más aún, aceptarlo.
IX
Mentiría si te dijera que no sé por qué asocio el sexo a Sid, el monstruo de las galletas de Barrio Sésamo. Y no, no hay ninguna desviación extraña, solo tienes que ver con que ansia se come las galletas y me entenderás. (Guiño)
X
La única ventaja de ser un escritor mediocre es que la gente ni se molesta en criticarte.
No te pierdas la segunda serie de Tarascadas, para ello pincha aquí.





