El estudio de las propiedades del lenguaje humano se debe, en su primer desarrollo, a los trabajos de los lingüistas Charles F. Hockett y André Martinet, cada uno por su lado, claro. Hablar es lo que nos hace humanos y lo que nos diferencia del resto de especies.
Sin embargo, de entre todas las propiedades que se encuentran en el lenguaje humano, tan solo tres de ellas son exclusivas a nuestra facultad para el lenguaje. Vamos a estudiar cuales son dichas propiedades teniendo además en consideración cuál es la función del silencio en nuestra capacidad de hablar. Para ello, vamos a partir del estudio de Hockett.
Las propiedades del lenguaje humano, para Charles F. Hockett, son las siguientes:
1) Canal vocal-auditivo:
El carácter vocal auditivo es una de las propiedades definitorias del lenguaje humano. Es la lengua hablada, y no la escrita, la modalidad natural y básica del lenguaje, que se fundamenta en la emisión y recepción de sonidos articulados.
La excepción a esta caracterización son las lenguas de signos que se basan en la modalidad gestual-visual para establecer la comunicación, no obstante, estas lenguas han sido precisamente creadas para facilitar la expresión del lenguaje en aquellas personas que tienen carencias en el canal vocal-auditivo.
De esta forma, podemos afirmar que el silencio se incluye dentro de las propiedades del lenguaje humano en tanto en cuanto supone la ausencia total de sensación auditiva y como tal es un elemento del canal vocal auditivo. Sin embargo, que no haya sonido alguno, no implica que no exista comunicación como veremos más adelante.
2) Transmisión irradiada y recepción direccional:
Las señales lingüísticas inherentes al canal vocal-auditivo se trasmiten por el medio aéreo en forma de onda, así como consecuencia de la física del sonido, dichas ondas se expanden de manera radial desde el punto de origen, lo que permite que la señal emitida pueda ser captada por cualquier individuo que se encuentre dentro del radio adecuado en función de sus capacidades auditivas.
A su vez, el receptor percibe la señal proveniente de una determinada dirección gracias a nuestra audición biaural lo que permite asociar y localizar el punto exacto desde el cual procede el sonido. Como esta propiedad también se refiere a la transmisión y recepción física del sonido, el silencio se incluye en este punto en la no percepción sensorial o en la no transmisión del sonido.
3) Evanescencia (o transitoriedad):
Pese a que los avances técnicos de la sociedad actual nos permiten superar las limitaciones espacio-temporales en la emisión de señales vocales y pese a que la escritura nos sirve para conservar ciertos mensajes lingüísticos, el lenguaje humano en su capacidad natural impone la presencia simultánea en el espacio-tiempo de los individuos que se comunican.
Así, las señales vocales emitidas están destinadas a no perdurar en dichas coordenadas. La señal que no es captada se pierde irremediablemente. De lo contrario el canal de transmisión quedaría obturado por señales superpuestas. Es por ello que el silencio prevalece ante las señales vocales, puesto que si no, el ruido constante que supondría la acumulación de estas dificultaría en extremo cualquier comunicación.
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4) Carácter discreto:
Dentro de la variedad de sonidos capaz de ser emitida por el sistema fonador humano, la interpretación que realizan los hablantes de la misma está basada en una distinción de categorías diferentes y diferenciadas entre sí, es decir, en el plano lingüístico distinguimos los sonidos en unidades —los fonemas— que se oponen de forma nítida, discreta y no gradual.
Cada lengua selecciona un subconjunto de sonidos dentro del plano sonoro y establece las diferencias categoriales entre ellos, estableciendo su inventario de unidades discretas. Los sonidos que quedan fuera del inventario fónico de cada lengua, si bien son percibidos por los sentidos, están silenciados como elemento categorial, es decir, los escuchamos, pero no nos transmiten información.
5) Semanticidad:
Se refiere a la relación que se establece entre un signo y el contenido representado por dicho signo. El vínculo entre ambos ha de ser fijo, sistemático y constante, si bien se producen variantes. En el lenguaje humano los signos evocan la representación mental de las entidades o acontecimientos a que se refieren. Todos los conceptos sin expresión semántica pertenecen al silencio verbal, es decir, no tenemos la capacidad conceptual de remitir a ellos mediante la palabra.
6) Arbitrariedad (o carácter convencional):
No existe ninguna relación ni conexión natural entre la representación mental de un signo y su imagen acústica o gráfica, de esta forma, podemos afirmar que las señales empleadas por las lenguas humanas para comunicarse se categorizan en símbolos.
Como veremos más adelante, el silencio puede desempeñar las funciones de significante y significado.
7) Doble articulación:
Dentro de cada lengua existe un número limitado de unidades básicas sin significado —los fonemas— que se puede unir mediante infinitas combinaciones dando lugar a unidades mayores con significado. Por consiguiente, la primera articulación se produce en los fonemas, y la segunda articulación en las posibles combinaciones que estos producen.
Es decir, con un número limitado de unidades sonoras discretas podemos crear un número potencialmente infinito de expresiones. El silencio es el elemento no marcado del lenguaje. Lo que no se articula fonéticamente entra dentro del silencio verbal.
8) Productividad:
El repertorio gramatical de cada lengua permite la construcción potencialmente infinita de estructuras lingüísticas de diversa longitud y complejidad. Asimismo, las lenguas permiten la construcción y derivación de nuevas estructuras semánticas, las cuales pasaran a formar parte del catálogo léxico de dicha lengua.
Es decir, la capacidad productiva de las lenguas a través de un inventario gramatical limitado es infinita. El silencio en su improductividad puede ser a su vez una forma de producir no productiva, es decir, el silencio se puede emplear como elemento significativo de la no productividad.
9) Especialización:
Los órganos empleados en la producción verbal del lenguaje, si bien desempeñan otras funciones, están especializados para la realización lingüística, tanto en la producción como en la recepción de señales. Como hemos afirmado en el punto 7), el silencio no requiere ser producido, ya que es el medio en el que se produce la comunicación y por consiguiente no existe ningún órgano especializado en su producción.
10) Desplazamiento:
Con el lenguaje somos capaces de referirnos a conceptos y sucesos distantes en los planos espacio-tiempo, en consecuencia, podemos comunicarnos sobre elementos que no están presentes ni temporalmente ni espacialmente. El silencio implica un aquí y ahora por lo que en el mismo no puede existir desplazamiento espacio-temporal.
11) Intercambio de roles:
Los usuarios de una lengua pueden ser de forma indistinta emisores o receptores de signos lingüísticos. Así, en un mismo usuario estos papeles son reversibles e intercambiables. El silencio sirve en este caso de elemento facilitador y organizador de los turnos de emisión y recepción.
12) Retroalimentación total:
Cada emisor es a su vez receptor de su propia emisión. Por consiguiente, el emisor controla en todo momento lo que emite. El silencio se manifiesta en este sentido en forma de pausa, lo que permite al emisor modificar o corregir el sentido de su emisión.
13) Transmisión cultural:
El desarrollo del lenguaje, además de estar posibilitado por unos condicionantes fisiológicos que se transmiten a través de nuestro código genético, requiere que se materialice en un entorno sociocultural comunitario.
Es decir, el lenguaje solo se desarrolla si el individuo desde su infancia está expuesto al uso de una lengua, dado que el carácter simbólico del lenguaje obliga a aprender la relación entre las señales y los significados de las mismas.
Si este aprendizaje no se realiza durante la etapa natural de adquisición de una lengua, el lenguaje apenas se desarrollará. El silencio en tanto que signo lingüístico tiene un componente cultural, puesto que no todas las sociedades lo interpretan con las mismas significaciones.
De entre todas estas propiedades, las únicas que son exclusivas del lenguaje humano son la Doble articulación, la Productividad y el Desplazamiento. Estas características de nuestro lenguaje son las que nos hacen especiales respecto a las demás seres vivos en cuanto a capacidades comunicativas se refiere. Aunque, todo hay que decirlo, a veces, a los humanos no hay Dios que nos entienda…
Si te ha gustado nuestro texto sobre las propiedades del lenguaje, no te puedes perder nuestro artículo sobre las funciones del lenguaje
Bibliografía: HOCKETT, Charles F. (1960): «The Origin of Speech», en Scientific American, 203, pp. 89-97.






Estimado Lucas:
Les escribo para consultarle sobre la fuente del mapa conceptual que ubicó en la parte superior de su articulo, o en su defecto explicar las categorías y subdivisiones por las cuales están divididas las propiedades del lenguaje
Por su atención Gracias
Atte. Sergio Árevalo
Estimado Sergio, el mapa conceptual lo realicé en función de las categorías y subdivisiones observadas en “Invitación a la lingüística (2011). Escandell, Mª Victoria et al. Editorial Ramón Areces (Madrid)”. Excusa la tardanza en responder. Un placer siempre, saludos.
buenas noches, les quisiera hacer una pregunta, como podrían vincular a la doble articulación con las propiedades de la productividad, la flexibilidad y la economía. los leo saludos
no puede, es imposible, ni los delfines pueden, adiós.