Con esta entrada vamos a señalar algunos de los latinismos más utilizados en español, así como la forma de utilizarlos correctamente. En primer lugar, no está de más decir qué son, esto es, los latinismos son aquellas palabras o expresiones que procedentes del latín utilizamos en español. Es decir, estamos introduciendo en un texto o discurso en nuestro idioma una palabra perteneciente a otra lengua. Es por ello que en la última Ortografía de la RAE, la de 2010, se han considerado los latinismos como extranjerismos.
No es óbice recordar que la mayor parte de las palabras del español proceden del latín. En efecto, esta cifra alcanza entorno al 70% del léxico, y podría aumentar hasta el 75% del total, si tenemos en cuenta los préstamos de otras lenguas romances, como pudieran ser el francés, el gallego o el catalán, por citar algunas. De ahí que el empleo de los latinismos puros haya sido aceptado durante tantos años como propio e inherente a nuestro idioma hasta la citada Ortografía de 2010.
El uso de latinismos en un texto o una conversación, bien empleados, pueden ayudar a enriquecer nuestro discurso. Ahora bien, el abuso de estos o su utilización en contextos inapropiados va a conseguir el efecto contrario, es decir, que se nos tilde de pedantes o de utilizar latinajos a troche y moche. Como desde porloscodos.com no queremos que nadie os ponga tacha en el empleo de estas expresiones, hemos recopilado algunos de los latinismos más usuales para que os animéis a utilizarlos sin precipitaros en el error.
Lo primero es la adecuación al contexto, en consecuencia, vamos a priorizar su uso en escritos, exposiciones y trabajos académicos, en entornos de trabajo relacionados con la judicatura o la administración y en ambientes donde el nivel de la conversación sea proclive a estos. En cambio, no aconsejaría utilizarlos en las relaciones comerciales, en eventos amistosos e informales o en la cotidianidad de nuestros quehaceres. En cualquier caso, estoy convencido de que sabréis adaptar su uso a la situación comunicativa en la que os encontréis inmersos en cada momento.
De similar importancia es la corrección a la hora de escribirlos. El hecho de que la Ortografía de 2010 los considere extranjerismos nos obliga a escribirlos en cursiva, si el texto está escrito mecánicamente, o entre comillas, si lo hacemos de forma manual. Asimismo, os recuerdo que las palabras extranjeras no se acentúan en español y, por tanto, los latinismos que empleemos tampoco llevarán tilde. Dicho todo esto, vamos a tratar de señalar los latinismos más utilizados que os podáis encontrar. ¡Vamos a ello!
Curriculum vitae: es uno de los latinismos más empleados (valga la ironía). Por ejemplo: “Adjunto le remito mi curriculum vitae para atender a su oferta de empleo bla, bla, bla”. Como podéis ver, lo escribo en cursiva y sin acentuar, por mucho que lo pronunciemos como una palabra esdrújula. También es incorrecto utilizar *curriculums como plural de curriculum, puesto que su plural en latín es curricula.
Si nos queremos evitar complicaciones, es conveniente utilizar la palabra currículo, que al ser propia del español va acentuada y hace el plural en currículos. (A saber cuántos habremos enviado por ahí a conocer mundo sabiendo que no iban a regresar ni tan siquiera a dar señales de vida…)
Pro domo sua: es una expresión que literalmente significa “por su casa”, esto es, por sus intereses, en defensa de su propio beneficio. Como señala el DRAE, es el título del discurso que, a la vuelta del destierro, pronunció Cicerón contra Clodio, que había hecho que le confiscasen sus bienes. De este modo, la vamos a utilizar cuando queramos recalcar que alguien ha realizado una acción por su propio interés.
Ejemplo: Lope de Vega pronunció, pro domo sua, el discurso sobre el “Arte nuevo de hacer comedias en nuestro tiempo” ante los académicos de Madrid.
Sic: seguramente os habréis topado con esta palabra en algún texto, por lo general escrita entre corchetes o paréntesis. Significa “así”, y se emplea para dar a entender que una palabra o frase transcrita en un texto—y que pudiera parecer inexacta— es textual. Lo que viene a ser una advertencia al lector en plan “esto que ves copiado así (sic) está transcrito tal cual de quien lo dijo, ¡eh!, que yo no me estoy inventando nada…”
Ejemplo: El actor Willy Toledo respondió con un “Tú te cagas en nuestros muertos, yo me cago en los tuyos” (sic) a la alcaldesa de Madrid.
Ad hoc: literalmente quiere decir “para esto”. Se utiliza para referirse a lo que se dice o hace solo para un determinado fin.
Por ejemplo: «Tras la difusión de las Soledades de Góngora, las críticas a su poesía fueron numerosas. Jáuregui escribió, ad hoc, su célebre “Antídoto contra la pestilente poesía de las Soledades (sic)”». Es decir, que Jáuregui escribió expresamente ese libro para eso, para criticar a Góngora y su poesía. Como veis, también encaja a la perfección un “sic”, porque hay que ver cómo se las gastaban los escritores del barroco en el XVII.
Motu proprio: sí, es “proprio” no propio. Sirve para expresar que realizamos una acción libre y voluntariamente, por iniciativa propia. Es erróneo utilizarlo con la preposición “de” delante. Así pues, será incorrecto decir: “Recorrió quinientos kilómetros *de motu proprio para hacernos una visita de unas horas”. Lo adecuado es: “Recorrió quinientos kilómetros motu proprio para hacernos una visita de unas horas”.
Sensu stricto: esta expresión creo que se entiende sin mayor dificultad. En efecto, significa “en sentido estricto”; por lo tanto, se emplea cuando queremos remarcar el rigor de un hecho o una afirmación. Como puede ser en: “Si hacemos una interpretación sensu stricto del reglamento, María es la ganadora”. Sensu lato es lo contrario de sensu stricto, esto es, quiere decir “en sentido amplio”, pero es una expresión poco conocida más allá del ámbito del derecho.
Grosso modo: es otro de los latinismos que vamos a leer o escuchar con frecuencia. También será común que nos lo encontremos mal empleado, puesto que es habitual que a la hora de utilizarlo haya quien le añada la preposición “a” delante. Su uso correcto es sin preposición como en “La conferencia fue un éxito, grosso modo, asistieron unas doscientas cincuenta personas”. Significa aproximadamente, más o menos.
Hay bastantes más, pero creo que estos son los latinismos más utilizados en español. Os animo a que los uséis y que esta entrada os ayude a hacerlo de forma correcta. En cualquier caso, no temáis si os equivocáis al emplearlos, puesto que errare humano est…