Vamos a intentar recopilar algunos de los mejores fragmentos de amor de la literatura y es que, ¡ay!, el amor, como diría nuestro Lope de Vega: quien lo probó, lo sabe. Sin lugar a dudas, junto a la vida y la muerte, el amor es uno de los grandes temas de la literatura universal.
La mayoría sabemos y entendemos que el amor se construye mediante hechos. Esto es, nuestras acciones y nuestras actitudes han de ser los pilares sobre los que vamos a cimentar una relación amorosa que se pretenda viable. Ahora bien, el revestimiento, la decoración, la alegría…, nos la van a dar, entre otras cuestiones, los gestos y las palabras.
De vida y palabras está hecha la literatura. Así que hemos decidido dejarnos llevar por el impulso amoroso para buscar entre nuestros libros favoritos aquellos fragmentos en los que el amor rezuma la sangre, el fuego, la sombra que despavorida huye de sí misma, el rubor de un destello que se agita en el brillo de unos ojos llameantes, la luz, siempre la luz que se turba entre el ser y el no ser del amor. Porque,
“¿Quién te ha dicho que no puede haber amor verdadero, fiel y eterno en el mundo, que no existe? ¡Que le corten la lengua repugnante a ese mentiroso! ¡Sígueme, lector, a mí, y solo a mí, yo te mostraré ese amor!” (El maestro y Margarita- Mijail Bulgakov).
Ni que decir tiene, que los fragmentos que aquí os compartimos, cobran toda su intensidad en el conjunto de la obra que los acoge, aun así, ¡ay!, son tan bellos.
Qué mejor para empezar que unos consejos de El Profeta de Khalil Gibran:
“Entonces, Almitra habló otra vez: ¿Qué nos diréis sobre el Matrimonio, Maestro?
Y él respondió, diciendo:
[…]
Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una atadura.
Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una sola copa.
Daos el uno al otro de vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.
Cantad y bailad juntos y estad alegres, pero que cada uno de vosotros sea independiente.
Las cuerdas de un laúd están solas, aunque tiemblen con la misma música.
Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.
Porque solo la mano de la Vida puede contener los corazones.
Y estad juntos, pero no demasiado juntos. Porque los pilares del templo están aparte.
Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble.”
Khalil Gibran , El Profeta
Seguimos con el, casi siempre, duro momento de la despedida de unos amantes. Aunque estos prometen volverse a encontrar:
“Si me buscas, aquí me encontrarás,
Mi deseo será encontrarte siempre,
Me encontrarías incluso después de morir,
Quieres decir que voy a morir antes que tú,
Soy mayor, seguro que moriré primero, pero, si lo hicieras tú antes que yo, seguiría viviendo para que me puedas encontrar,
Y si eres tú la primera en morir,
Bendito sea quien te trajo a este mundo cuando yo estaba todavía en él.”
José Saramago. El evangelio según Jesucristo.
Que decir de esos amores que no se materializan, aquellos que pertenecen al silencio:
“Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero solo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora.”
Stefan Zweig. Carta de una desconocida.
Y es que, ¡ay!, el amor, ese ser y no ser:
“Pero el amor, esa… palabra…Moralista Horacio, temeroso de pasiones sin una razón de aguas hondas, desconcertado y arisco en la ciudad donde el amor se llama con todos los nombres de todas las calles, de todas las casas, de todos los pisos, de todas las habitaciones, de todas las camas, de todos los sueños, de todos los olvidos o los recuerdos. Amor mío, no te quiero por vos ni por mí ni por los dos juntos, no te quiero porque la sangre me llame a quererte, te quiero porque no sos mía, porque estás del otro lado, ahí donde me invitás a saltar y no puedo dar el salto, porque en lo más profundo de la posesión no estás en mí, no te alcanzo, no paso de tu cuerpo, de tu risa, hay horas en que me atormenta que me ames (cómo te gusta usar el verbo amar, con qué cursilería lo vas dejando caer sobre los platos y las sábanas y los autobuses), me atormenta tu amor que no me sirve de puente porque un puente no se sostiene de un solo lado, jamás Wright ni Le Corbusier van a hacer un puente sostenido de un solo lado, y no me mires con esos ojos de pájaro, para vos la operación del amor es tan sencilla, te curarás antes que yo y eso que me querés como yo no te quiero.”
Julio Cortázar. Rayuela.
Para entender el amor hay que entender el concepto de otredad, salir del yo y ver lo que hay al otro lado del muro y para eso es preciso estar partido, ya nos lo decía el bueno de Italo:
“…Esto es lo bueno de estar partido: el poder entender de cada persona y cosa en este mundo, la pena que cada cual tiene por ser incompleto. Yo era un ser entero y no entendía, y me movía sordo e incomunicable entre los dolores y las heridas sembradas por todas partes, ahí donde nadie, como ser entero, osa imaginar. No solo yo, Pamela, soy un ser partido y dividido, sino tú también y todos. ¿Ves? Ahora tengo una hermandad que antes, como ser entero, no conocía: con todas las mutilaciones y faltas del mundo. Si vienes conmigo, Pamela, aprenderás a sufrir de los males de cada cual y a curar los tuyos curando los de ellos.”
Italo Calvino. El vizconde dividido.
Para terminar, nada como ser generoso y agradecido cuando tu amor te abandona. Y es que en este ser o no ser, no todo puede ser ni bueno ni malo, sino todo lo demás:
“¡Olvidarla! Usted forma parte de mi existencia, de mi propio ser. Ha figurado en cada una de las líneas que he leído, desde que vine aquí por primera vez, cuando era un chico vulgar, cuyo pobre corazón ya laceró en aquel entonces. Usted siempre ha formado parte de todas las esperanzas que he tenido desde que la vi… en el río, en las velas de los barcos, en los pantanos, en las nubes, en la luz, en la oscuridad, en el viento, en los bosques, en el mar, en las calles. Ha sido usted la encarnación de toda la graciosa fantasía que mi espíritu llegó a forjar… () Hasta la última hora de mi vida, Estella, no podrá usted evitar que siga formando parte de mí mismo, parte del poco mal o bien que exista en mí. Pero en esta separación que usted me anuncia, solo la asocio con el bien, y la recordaré fielmente confundida con él, porque a pesar del profundo dolor que ahora siento, usted debe haberme hecho más bien que mal. ¡Oh Estella, Dios la bendiga y la perdone!”
Charles Dickens. Grandes esperanzas.
No te pierdas la segunda parte de Los mejores fragmentos de amor de la literatura
Queremos que nos comentéis cuáles son vuestras escenas de amor favoritas. ¡No seáis tímidos!




Me ha encantado la recopilación. Aquí os dejo un fragmento de amor de un libro que me encanta. Es de José Luís Sampedro, del libro La vieja sirena: ¡El primer día! Te amé antes que tú a mí, desde que descubrí que el marino de la sencilla túnica desembarcando del Jemsu eras tú, hasta desnudo eras un gran señor, tu porte estatuario, ¡qué grande es el hombre cuando es hombre, y tú el supremo, tú la hombría misma!, contigo llegaba mi destino, yo lo supe en el acto, ahora voy a ser el tuyo, allá voy donde estás, a acercar mi carne a tu cuerpo que me espera, con tus pies para pisar navíos, tu vello para enredar mis dedos, abriré tu sudario, ya no lo necesitas cuidándote yo, sí, dándote mi carne, mi carne que está viva porque no es inmortal.
Muchas gracias Maribel por tu aportación. Bonito fragmento. Queda anotado el libro de José Luís Sampedro…
“Ponme como sello sobre tu corazón…pues fuerte es el amor como la muerte “. (Cantar de los Cantares)
El Cantar de los Cantares habría que ponerlo entero, y por extensión casi toda la poesía desde Safo… ¡Gracias por el aporte!