Indagar en el origen de las palabras en español es introducirse en el apasionante mundo de la historia de nuestra lengua.
Existen diversas obras que abordan esta cuestión desde perspectivas tales como la etimología, es el caso del enciclopédico Diccionario crítico etimológico de la lengua castellana del barcelonés Joan Corominas.
O desde la investigación histórica y filológica, que cuenta entre sus obras más conocidas la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa, El español a través de los tiempos de Cano Aguilar, o la obra cumbre de don Ramón Menéndez Pidal, esto es, Orígenes del español, las cuales profundizan en la evolución lingüística de la lengua española a través de los avatares del tiempo.
El origen del español
Como todos sabemos, el principal origen de las palabras en español es el latín vulgar, es decir, el latín que hablaba el pueblo —de ahí que un diccionario de latín clásico no nos sirva para encontrar la etimología de una palabra en español, aunque quizá sí intuirlo—.
De este modo, tras la caída del Imperio romano con la consiguiente pérdida de su poder e influencia sobre los otrora pueblos dominados, entre los que se encontraba Hispania, la unidad lingüística del latín fue declinando en favor del surgimiento de nuevas lenguas.
Así, el habla del pueblo, —el rusticus sermo—, fue evolucionando y distanciándose del latín clásico hasta conformar lo que hoy denominamos lenguas romances, esto es, las que provienen del latín, entre las que, claro está, se encuentra el español.
Pero, el objeto de esta entrada no es profundizar en el análisis de la evolución filológica de las palabras en español (quizá en otra ocasión), sino establecer un esquema que nos permita distinguir las diferentes formas que componen el origen de las palabras en español para su posterior uso en un análisis morfológico.
Análisis morfológico del texto
En efecto, si nos proponemos realizar el análisis morfológico de un texto, lo primero que hemos de hacer es determinar a qué clase de palabras pertenecen.
Dicho de otro modo, tendremos que averiguar si se trata de palabras patrimoniales, semicultismos, cultismos, préstamos o palabras que han pasado por lo que podríamos denominar la máquina de hacer palabras, esto es, la formación de palabras. Vamos a ver qué es cada uno de estos conceptos:
Patrimoniales
Las palabras patrimoniales o populares son aquellas que están en nuestra lengua desde el origen, es decir, las que heredadas del latín vulgar han ido evolucionando fonéticamente desde el étimo latino hasta completar el proceso que deriva en la palabra actual en español.
Por ejemplo, de la palabra latina sŏmniu obtenemos sueño (Yod 2ª), o la palabra latina lacte evolucionó a leite y posteriormente a la actual leche (Yod 4ª).
Semicultismos
Los semicultismos son aquellas palabras que también procedente del latín vulgar, pero no han completado la evolución fonética y, en consecuencia, se encuentran más próximas a su étimo latino.
Por ejemplo, la palabra latina fructus de haber seguido la evolución normal de la lengua —al tratarse de una Yod 4ª, como hemos visto con lacte— hubiese resultado “frucho”; pero, por causas generalmente desconocidas, la evolución se detuvo en nuestra actual fruto.
Cultismos
Los cultismos, que es preciso no confundirlos con los latinismos, pues son cosas diferentes, son aquellas palabras que se han incorporado a nuestro léxico de forma directa desde el latín, esto es, sin haber sufrido ningún proceso evolutivo. Lo más frecuente es que los cultismos sean introducidos por la ciencia o la literatura.
Así, en nuestro Siglo de Oro, autores como Góngora o Quevedo se sirvieron de numerosos cultismos para sus creaciones.
Qué mejor, entonces, que tomar como ejemplos de cultismos algunos del Polifemo de Góngora: formidable del latín formidabĭlis, juventud del latín iuventus, afligir del affligere latino u ostentación del latín ostentationis.
Como veis, palabras que hoy día nos suenan habituales, pero que en su día implicó alguna que otra disputa al ínclito (cultismo) poeta cordobés.
Dobletes etimológicos
La introducción de los cultismos ha dado en numerosas ocasiones la aparición de lo que se ha denominado dobletes etimológicos, es decir, aquellas palabras latinas de las que se ha derivado una voz de origen popular y otra voz de origen culto. Mejor dicho con palabras de Menéndez Pidal:
Un mismo tipo latino produjo una voz en boca del pueblo y otra en los escritos de los eruditos, la voz popular tiene una significación más concreta y material, mientras la culta la tiene más general, elevada o metafórica
Como ejemplo de dobletes tenemos: hembra/fémina que proceden ambas del étimo latino femĭna. Así, hembra es la palabra popular, la que siguió todo el proceso evolutivo y fémina el cultismo que se incorporó a posteriori.
Está claro que en este caso el termino culto se ha impuesto en el uso (a través de la derivación) frente al popular. Al contrario sucede con hablar/fabular que proceden del fabulāri latino, hasta el punto que el cultismo fabular está en desuso (no confundir con fabular derivado de fábula).
Los prestamos léxicos
Los prestamos léxicos puede ser de tres clases:
Extranjerismos, palabras que se introducen en la lengua sin ninguna clase de adaptación. Por ejemplo: coffee shop, airbag o hat-trick. Señalar que los latinismos según la última Ortografía de 2010 de la RAE tienen la consideración de extranjerismos.
(No te pierdas esta entrada con los latinismos más usados en español y su correcto uso ortográfico).
Calco semántico
Son aquellas palabras que se adaptan a la lengua a través de una transcripción literal. Como ejemplo tenemos perrito caliente del inglés hot dog, o el informático ratón del también inglés mouse.
Préstamos morfológicos
Son las transferencias léxicas, fonológicas, morfológicas, sintácticas, semánticas y pragmáticas que se dan desde una lengua a otra.
Por ejemplo, una transferencia léxica sería la introducción de la palabra béisbol del inglés baseball, o la creciente productividad de un afijo como -al (frecuente en inglés) en español en palabras como educacional, ficcional, en detrimento de educativo o ficticio, que serían más usuales en nuestro idioma.
La formación de palabras
Finalmente, tenemos la formación de palabras, esto es, la creación de palabras a través de los propios procesos internos de la lengua. Estos procesos son la derivación y la composición, sobre los cuales profundizaremos en otra entrada.
También deberíamos señalar la creación onomatopéyica de palabras. Es decir, la creación de una palabra por la conversión fonética de un sonido en un significante que imita la realidad extralingüística.
No obstante, la productividad de esta forma de crear palabras es ínfima. El últimamente muy usado tictoc es un claro ejemplo de este tipo.
El origen de las palabras en español va a derivar de alguna de las formas que hemos visto. De este modo, reconocer ante qué tipo de palabra estamos será el primer paso que tendremos que dar en un análisis morfológico.
Bibliografía:
Alvar, Manuel (2015): La formación de palabras en español. Editorial Arco Libros. Madrid.
Lapesa, Rafael (1981): Historia de la lengua española. Editorial Gredos. Madrid.
Real Academia Española/ASALE (2010): Manual de la nueva gramática de la lengua española. Editorial Espasa. Madrid.
Valera, Soledad (2009): Morfología léxica: La formación de palabras. Editorial Gredos. Madrid. [/box]


