La Celestina es una de esas obras de las que no me canso de revisitar. No recuerdo las veces que la habré leído, pero en cada lectura acabo por encontrar algún nuevo detalle o sentido del que no me había percatado. De ahí, que me haya animado a hacer un análisis de La Celestina.
Mi pretensión es centrarme en aquellos elementos que me parecen fundamentales para la comprensión de esta tragicomedia. Asimismo, me permito el dar mi opinión sobre algunos de los aspectos más relevantes de la trama.
Lo ideal es que hayas leído la obra —o que tengas la intención de hacerlo (avisado quedas de que te la voy a destripar)— para entender a qué nos referimos.
Análisis de La Celestina
Dentro de la obra, si bien es cierto que todos los personajes están bien caracterizados y con vívidas personalidades, hay dos de ellos que van a destacar por encima de los demás. Nos referimos a Calisto y a Celestina. Vamos a indagar en cada uno de ellos:
Calisto
Toda la trama y hechos se sustentan en torno al joven Calisto y su afán por conseguir a Melibea. En efecto, sin esa pulsión el resto de hechos que se desencadenan en la obra, simplemente, no ocurrirían.
Esto es, son las ganas de Calisto de conseguir a Melibea las que dan todo sentido a la obra. Sin el ardiente deseo del joven noble, Sempronio no le habría presentado a Celestina. Esta no trabajaría para él. Melibea no cedería ante las artes de la alcahueta y seguramente habría acabado casándose con quien le hubiesen propuesto sus padres, y todo lo demás, obviamente, tampoco habría ocurrido.
Deseo sexual
Afán, pulsión, ganas, ardiente deseo… Sí, me he servido de todas estas palabras para referir al “amor” que Calisto siente por Melibea, y es que este, más que amor, parece que tiene una “fiebre” por obtener a la hija de Pleberio.
Puesto que como se puede ver en la obra, Calisto se muestra en todo momento ansioso por “estar” con Melibea. Desde el primer encuentro en el huerto, él se insinúa a la joven con intenciones sexuales. Y cuando por fin, tras el arte de Celestina, tiene esa cita, lo que se advierte es solo su deseo sexual, no se anda por las ramas.
Directamente, le dice a Melibea que lo que ansía es poseerla. En cambio, ella se muestra reticente, más cauta y preocupada por su honra. Si bien, movida por su propio deseo, acabará consintiendo ante Calisto. De ahí, que el autor nos hable de su propósito moralizador de advertir contra “el loco amor”.
Otros rasgos de Calisto
Hay quienes en el primer acto de la obra, han querido ver una metáfora entre la figura de Calisto y su halcón —al que persiguiéndolo, acaba por entrar en el huerto de Melibea— , en el sentido de que este es como el ave rapaz que da caza a su presa (Melibea).
Solo que Calisto no da caza a nada. Fracasa estrepitosamente en su intento. Por sí mismo, solo consigue el rechazo y el desprecio de Melibea. Así, que poco halcón veo yo en el joven noble. Más bien, todo lo contrario.
Este se muestra abúlico, incapaz —es un sonso—. En todo momento se parapeta tras otros personajes para que le resuelvan todo. Eso sí, sabe ser generoso y comprar con su dinero —el de su familia, claro— las voluntades de los demás. De este modo, se podría decir que se compra a Melibea.
Asimismo, incidiendo en esa personalidad —vamos a decir— materialista, Calisto trata a sus criados, Sempronio y Pármeno, como meras posesiones. Así, cuando se entera del ajusticiamiento de estos, por haber dado muerte a «la puta vieja» Celestina, siente el mismo pesar que experimentó por desprenderse de la cadena de oro que entregó a la alcahueta como recompensa por conseguirle a Melibea.
Es decir, ningún pesar. No tarda nada, en buscarse otros criados —entre los sirvientes de su familia—, para que lo acompañen a su nueva cita con Melibea, en la que morirá.
Hasta en su muerte, Calisto se diferencia del resto de personajes. Celestina muere apuñalada por los criados, estos ajusticiados, Melibea se suicida, es decir, en todos estos actos hay una acción, una energía. En cambio, en la muerte de Calisto, se vuelve a dar esa abulia de la que hablábamos.
El muy lerdo… se cae desde lo alto del muro de la casa de Pleberio y se mata. Una muerte sin pena, ni gloria, ni honor. Sin duda, pese a ser, como hemos visto, un personaje central, es el peor tratado por parte del autor, que podría dejar entrever una crítica soterrada a la nobleza.
Ya que también es reseñable, en nuestro análisis de La Celestina, que en ningún momento se cite ni sepa nada de los padres de Calisto, como si no existieran.
Celestina
Es el gran personaje de la obra. Si Calisto es la abulia, Celestina es la astucia hecha persona. Si bien, ambos personajes coinciden en su egoísmo material y en su aprovechamiento de los demás.
En efecto, si Calisto los compra con el dinero, Celestina consigue atrapar la voluntad de los otros con la astucia. Su gran habilidad es la de tratar al resto de personajes como objetos con los que comerciar. Y además, lo hace sin tener la mercancía, ella es una mera intermediaria, una comisionista.
Pero como alcahueta, destaca por la facilidad con la que se asoma al alma de las personas. En todos descubre una debilidad —aquello que pueda encender su ser—, porque, ¿quién no las tiene? A partir de ahí, ella va a incidir en trabajar en esa veta.
Y a base de ofrecer expectativas, esto es, aquello que los otros anhelan escuchar, aunque sea humo (este proceso lo explicamos muy bien en nuestras entradas sobre la manipulación en la comunicación interpersonal), se va a ganar su confianza.
De este modo, los personajes principales de la obra van a terminar girando en torno a Celestina. Ella va a jugar con todos y cada uno de ellos. Manejándolos en su propio beneficio. Puesto que como hemos referido antes, a la alcahueta solo la mueve su interés y egoísmo. Lo que por otro lado, supondrá su perdición.
Porque si a Calisto lo mueve la lujuria, a Celestina lo hace la codicia. En su orgullosa desenvoltura ante los demás, hay un exceso de confianza en sus habilidades —de las que se jacta y presume— , lo que la lleva a no medir bien sus propias debilidades, esto es, ese afán material.
Por lo que al negarse a compartir con los criados, tal y como había apalabrado con ellos, las ganancias por su intermediación con Melibea, ante el engaño, estos acaban por matarla.
La hechicera
Otro de los rasgos que se suelen destacar de Celestina es el de su condición de bruja o hechicera. De ahí que el conjuro que realiza en el acto III sea una de las partes más célebres de la obra. Si bien, en el resto de interacciones con los demás personajes, vemos que nunca recurre a “esos poderes” o “conjuros”. Tampoco, la libran de la muerte.
Vale que esta invocación la realiza ante el momento más delicado de su trabajo, cuando va a visitar a Melibea por primera vez. Yo me atrevería a conjeturar que es una suerte de ritual de Celestina, una oración para que todo le sea propicio. Claro, que es obvio que su desempeño no está enfocado a hacer el bien, de ahí que sus rezos estén dirigidos al demonio.
También es una forma, por parte del autor, de adscribir a Celestina en el lado oscuro, en el mal. Porque la alcahueta es una conseguidora que trabaja para que los demás puedan satisfacer sus bajas pasiones.
Asimismo, si Calisto es el iniciador de la trama, Celestina es la desencadenante de la tragedia. Como hemos visto, es su egoísmo material el que va a propiciar su asesinato, y con ello, la muerte del resto de personajes (Sempronio, Pármeno, Calisto y Melibea).
De haber compartido las ganancias con los criados, estos no la habrían matado. Por lo que tampoco serían ajusticiados. Y con toda seguridad, Calisto tampoco habría caído de lo alto del muro —huyendo de los matones contratados por Areúsa— y, en consecuencia, Melibea tampoco se habría suicidado.
De este modo, son la lujuria de Calisto y la codicia de Celestina los ejes sobre los que se sustenta toda la obra.
Otro de los grandes temas de los que trata La Celestina es:
La hipocresía social
En efecto, la hipocresía social y moral es otro de los grandes temas soterrados de esta obra. En tanto en cuanto, la sociedad de la época reprimía la sexualidad de jóvenes y no tan jóvenes, lo que propiciaba el surgimiento de personajes como Celestina.
Es decir, la propia sociedad reclamaba el trabajo de estas alcahuetas para hacer de forma subrepticia lo que no se permitía o se perseguía desde la sociedad. Así, Celestina se jacta de haber tenido trabajando para ella, en una pasado no muy lejano, muchas jóvenes para encuentros sexuales con respetables señores.
O de señoras, por supuesto, también respetables, que también usaban sus servicios para mantener encuentros con otros tales. En definitiva, Celestina no es más que un producto de su época, de la hipocresía que envuelve cada sociedad con sus contradicciones.
Análisis del resto de personajes
Para terminar, decir que del resto de personajes se podría seguir escribiendo largo y tendido, pero, como hemos dicho antes, este análisis de La Celestina solo pretende centrarse en los elementos que yo he considerado más relevantes.
Así que vamos a dar unas breves pinceladas sobre algunos de estos:
Melibea
Calisto se “encapricha” de Melibea como lo podría haber hecho de cualquier otra. Su afán, como ya hemos dicho es sexual. Con toda seguridad —de no caer desde lo alto del muro—, no creo que hubiese propuesto matrimonio a Melibea.
Apostaría a que acabaría aburriéndose de Melibea tras varios meses de encuentros sexuales… y casándose con alguna mujer con su misma condición de noble. Toda vez que Melibea, pese a pertenecer a una familia potentada, no es de la nobleza.
Por tanto, Melibea no es trascendental en el desarrollo de la trama. Su suicidio, parece ser fruto de la desesperación. Ella sí que ama a Calisto y, habiéndole concedido “su honra”, no sabe cómo gestionar la situación ante la muerte de este. Su muerte, además, cumple con el propósito “moralizador” del autor.
Sempronio
Dentro del resto de personajes de la obra, es el más relevante. Toda vez que es él quien —buscando su propio beneficio— le propone a Calisto los servicios de Celestina. En este sentido, es el enlace entre el mundo del noble y las personas de baja ralea (el mundo de la alcahueta).
Sin él, el sonso de Calisto, seguramente no habría hecho nada. Esperar a que se le pasasen las fiebres por Melibea o buscarse otra de la que declararse devoto.
Asimismo. Su orgullo lo lleva a cometer el asesinato de Celestina, ante el engaño y desprecio de esta al no querer compartir nada de las ganancias del encargo de Calisto.
Pármeno
Es uno de los personajes más interesantes, en el sentido de que es —junto a Melibea— una víctima de las voluntades de Calisto y Celestina.
Vemos como su lealtad y su prudencia son corrompidas tanto por la obcecación de Calisto —quien solo está interesado en “conseguir” a Melibea—, que lo desprecia y lo invita a meterse en sus asuntos. Como por las artes de Celestina, que no quiere que se entrometa ni le estropee su negocio con Calisto. De ahí, que acabe por usar sus artes para manipularlo y prometiéndole a Areúsa, lo atrae a su propósito.
Areúsa
Tiene más ambición que habilidades. Ni de lejos alcanza a Celestina en astucia e intencionalidad. Como mucho alcanza a aprovechar sus encantos para sonsacar a Sosia los datos de la cita de Calisto con Melibea.
Su afán de venganza, motivada por su animadversión hacia Melibea, la lleva a comprometer a Centurio para que dé muerte a Calisto. Si bien este, queriendo darle largas y sin tener ninguna intención de atacar al joven noble, subcontrata a Traso el cojo para que armen bullicio en las inmediaciones de la casa de Pleberio, para así saldar su encargo.
Con la fortuna, como hemos visto, de que Calisto se mata al caer desde lo alto del muro de la casa de Melibea, y esta se suicida en un acto de desesperación. Quedando así cumplida la venganza de las pupilas de Celestina y culminada la tragedia con la muerte de los dos amantes.
Seguro que se me escapan mil cosas más, o que tú, querido lector, tengas otras opiniones o ideas al respecto de lo dicho por mí. Te animo a que las compartas con nosotros y nos dejes un comentario.
Por cierto, también tenemos un test de lectura de La Celestina, por si lo quieres realizar.