Uno de los grandes atractivos de la literatura es que nos permite asomarnos a la vida de otras personas, no importa que estos personajes sean o no ficticios. Porque tal y como os contamos en nuestra entrada Por qué me gusta leer y te aconsejo que tú también lo hagas, la literatura no es otra cosa que vida contada.
De este modo, podemos considerar la lectura como un proceso de voyeurismo intelectual. En efecto, en tanto que lectores, nos situamos en una posición elevada desde la cual observamos, analizamos y hasta predecimos los actos, las ideas y los sentimientos de los personajes.
Si además, hablamos de un libro autobiográfico, la ecuación cobra una intensidad que, como en el caso de Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn, puede alcanzar el paroxismo.
Fritz Zorn
El autor y protagonista de esta autobiografía1 es un joven suizo perteneciente a una familia de la alta burguesía. O como él dice “provengo de una de las mejores familias de la orilla derecha del lago de Zurich, también llamada la Costa Dorada”.
En el marco de este privilegiado contexto, la infancia y la juventud de Fritz Zorn se desarrollan en “el mejor de todos los mundos”.
Así, educado en un ambiente armónico y culto, nuestro protagonista asume y participa de todas las convenciones de “ese mundo de lo «superior»”, donde “cada uno debía representar su papel”.
Junto con su hermano, tres años menor, la vida transcurre alejada “siempre de casi todas las pequeñas desgracias y especialmente de todos los problemas”.
Los años se suceden, en el instituto Fritz es “un buen alumno, aunque un alumno muy indiferente”, al que “mis compañeros no me detestaban ni me atormentaban, pero no eran mis amigos”. Es en este periodo, cuando empiezan a surgir los primeros problemas, y estos vienen en forma de depresión.
Los años universitarios
No obstante, terminada la etapa de la educación secundaria, “había llegado el momento de entrar en la alegre vida del estudiante” universitario. Es por ello que se matrícula en filología alemana, si bien, la abandonaría por la filología románica, en la que acabará obteniendo un doctorado.
La alegre vida en la universidad no lo es tanto para Fritz; puesto que, aunque “tenía una reputación de tipo despreocupado y jovial”, en verdad, “mi máscara amenazaba a veces con caer ante mis ojos”.
Una vez más, la depresión se erigía como un ariete que intimidaba todo ese mundo de falsa armonía. Pues “mi espíritu estaba enfermo y yo no quería reconocerlo”. La psicoterapia apareció entonces como una válvula de escape y ayuda ante el sufrimiento interno.
Puesto que ante los ojos de los demás, Fritz no deja de ser un joven privilegiado, que no se desenvuelve mal en las relaciones sociales, si bien, no es capaz de profundizar en estas; sobre todo, si hablamos de las mujeres.
En cualquier caso, tras conseguir el doctorado en filología románica, se independiza y se compra una casa en una de las zonas “chévere” o “bien” de Zurich. Además, consigue un trabajo de profesor en una institución educativa de renombre.
Marte
Si nos paramos un segundo a reflexionar, podríamos llegar a cuestionarnos qué es lo que hay, entonces, de interesante en la vida de Fritz Zorn, ya que con lo que hemos desentrañado hasta ahora, más bien, parece una persona neurótica, un tanto anodina, y sin nada especial como para escribir una autobiografía que pueda resultar interesante.
Y, en efecto, así debería de haber sido. Con toda probabilidad la vida de Zorn hubiese discurrido sin más, con sus neuras, con sus problemas, tal vez les habría encontrado una solución, o se habría casado con una chica que le devolviera la alegría, o quién sabe qué.
Pero, como si de una tragedia griega se tratase, llega el momento de la peripecia, en la que el destino de nuestro héroe, aunque en el caso de Zorn podríamos más bien hablar de un antihéroe, se ve sacudido por un evento que va a derrumbar todo su mundo. Y es que a la edad de treinta años le es diagnosticado un cáncer. Esa terrible y temida enfermedad que acabaría con su vida dos años después.
Es en ese momento, cuando zarandeado por la enfermedad y ante la premura de un posible fatídico final, Fritz se decide a contar su experiencia vital. Y como si de un Nietzsche filosofando a martillazos se tratase, comienza a analizar y relatarnos toda su vida.
Ni que decir tiene que estamos ante una persona ante el abismo, y toda la corrección y emociones contenidas que habían caracterizado su vida, se desbordan como un tsunami, que desbocado amenaza con inundar todo un universo.
No apto para todos
Es por ello que la lectura de Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn no es un libro al uso, ni es un libro para todas las sensibilidades. Ya desde sus primeras palabras, el lector se va a enfrentar ante una persona consumida por el dolor, y no hablamos del dolor físico, sino del dolor del alma.
De este modo, las reflexiones sobre su vida: las relaciones con su familia, su inane desenvoltura social, el ambiente privilegiado en el que crece, su incapacidad para amar (aunque si se muestra muy capaz de odiar, sobre todo a su padre), la política, el arte y la literatura, la enfermedad, o Dios, se nos ofrecen desde la perspectiva de un joven que pretende ajustar cuentas con todo y todos.
En definitiva, un libro que, tal y como comentábamos al inicio, permite al lector, como si de un voyeur se tratara, asomarse a ver como el alma de una persona que aparentemente ha nacido “privilegiado” se ve vapuleada por los inescrutables caminos de la vida. Un libro no apto para todos, pero que cobra valor como testimonio de la condición humana.
Lo que a mí más me llamó la atención de la lectura de este libro son los silencios que se observan en este, sobre todo, en lo que respecta a la relación con su hermano, que, como si se tratase de una luminosa y amenazante sombra, parece ser la antítesis de la vida de Fritz.
1 El libro, en su versión original en alemán, se titula “Marte”. En el mercado editorial en español se decidió darle el nombre de Bajo el signo de Marte de Fritz Zorn.