En el texto del genial lingüista ruso Jakobson: Los conmutadores. Las categorías verbales y el verbo ruso, este nos propone una caracterización de los conceptos gramaticales expresados por las formas verbales, con especial detenimiento en el verbo ruso.
Para ello, en primer lugar, define el concepto lingüístico de shifters (conmutadores). Así pues, para Jakobson, en el proceso de transmisión de un mensaje por parte de un destinador, el mismo ha de ser correctamente percibido por un destinatario, por lo que el destinador ha de codificar el mensaje emitido y el destinatario descodificar el mismo.
De esta forma, cuanto mayor sea el conocimiento del código por parte del destinatario mayor será la capacidad de recepción del mensaje y la cantidad de información percibida.
Los tipos dobles
A partir de esta aseveración, el autor afirma, que tanto el mensaje (M) como el código subyacente (C) se convierten en vehículos de comunicación lingüística y que ambos pueden funcionar en el lenguaje de manera doble, es decir, pueden ser utilizados en sí mismos y a su vez pueden ser referidos.
Así, el mensaje puede referirse al código o a otro mensaje, del mismo modo que, por otra parte, el significado general de una unidad del código implicará una referencia al código o al mensaje; poniéndose de manifiesto otra vez la reflexividad del lenguaje, en este caso, implícita tanto en el mensaje como en el código.
Por consiguiente, y en atención a esta circunstancia, Jakobson distingue cuatro tipos dobles. Dos referentes a la circularidad: el mensaje remite al mensaje (M/M) y el código remite al código (C/C). Y otros dos referentes al recubrimiento: el mensaje remite al código (M/C) y el código remite al mensaje (C/M).
En un análisis más detallado de los tipos, observamos que:
El mensaje remite al mensaje
En (M/M) se da un desplazamiento del discurso que puede llegar a imponerse a la elocución en sí, puesto que el discurso no se confina a los hechos sentidos en el presente por el hablante mismo, sino que se cita a los demás, así como a nuestras elocuciones anteriores.
Es decir, el hablante distingue su discurso del pronunciado por otros hablantes. Como ejemplo, serviría la frase: “Yo creo que el profesor dijo que Jakobson decía que Bloomfield era un gran lingüista”.
Asimismo, el autor se refiere a la existencia de una escala múltiple de los procesos lingüísticos del discurso citado y semicitado, tales como el oratio recta y la oratio obliqua latinas y distintas formas del estilo indirecto.
También remarca el empleo por parte de ciertas lenguas de recursos morfológicos peculiares para denotar los hechos conocidos solo del hablante, diferenciándolos del discurso de los demás. Por ejemplo, en la lengua túnica existe un sufijo de citación /-áni/, para diferenciar las partes directas e indirectas del discurso.
El código remite al código
En (C/C), los códigos lingüísticos, por su parte, poseen unidades peculiares cuyo funcionamiento dependen directamente del carácter simbolizador de la lengua y no de su función referencial. Así, como ejemplo paradigmático de esta categoría, nos encontramos a los nombre propios, en los cuales su significación general no puede definirse sin su referencia al código.
Es decir, el nombre propio es una partícula del código que solo puede ser referida al código.
De esta manera, nos encontramos con significantes que no tienen definición de significado; por ejemplo, el nombre propio Manuel se refiere a todas las personas que comparten ese nombre, pero ninguna de ellas comparte una particularidad o propiedad implícita en el nombre que nos señale un rasgo referido al mismo. Siendo por tanto los nombres propios un claro ejemplo de circularidad de código referido al código.
El mensaje remite al código
En (M/C), un mensaje que remite al código, que en lógica se llama un modo de discurso autónimo. Así, por ejemplo, en: “Manuel es un nombre propio”; o, en oraciones como: “Perrito es un sustantivo que significa un perro joven”, se denota claramente que existe una referencia directa al código. Dándose semejante circunstancia en toda interpretación explicativa de palabra u oraciones, ya sean intralingüísticas o interlingüísticas.
¿Sabías qué?
El lingüista y filósofo danés Otto Jespersen fue el primero en describir el fenómeno al que él mismo bautizó con el nombre de Shifters.
El código remite al mensaje
En (C/M), código referido al mensaje, es donde nos encontramos con el concepto de shifter que Jakobson toma de Jespersen y que, según el autor, nos refiere a una clase especial de unidades gramaticales contenida en todo código lingüístico que precisa ser referido o remitido al mensaje para posibilitar su definición, es decir, solo tiene un valor indicativo de la ubicación en el discurso del que habla, pero no nos dice nada acerca de él.
Jakobson: Los conmutadores
Como ejemplo notable de shifters, nos encontramos con los pronombres personales y dentro de estos cobra especial singularidad el pronombre “yo”, así, y como paradigma de lo dicho al respecto, Bucks en la frase: “Yo significa la persona que dice yo”, deja patente que el signo yo no puede representar su objeto sin ser asociado al mismo.
Jakobson, asimismo, relaciona los diferentes tratamientos que se han dado a los shifters. Así ,en los trabajos de Peirce, este los llama “símbolos-índice” por su mezcla de significado y de acto de señalar o indicar en cada caso; por consiguiente, yo es un símbolo y a su vez yo no puede representar a su objeto sin “estar en relación existencial” con el mismo.
Remarcándose en este caso la función señaladora, como índice, remarcada por Benveniste. Otros autores, tales como Husserl o Bühler, los trataron como simples índices en razón de la supuesta multiplicidad de significados contextuales de los mismos.
Significado general
No obstante, cada shifter posee su significado general. Así, yo significa el destinador (y tú el destinatario) del mensaje del que forma parte. Por su parte, el filósofo británico Bertrand Russel los denominó “particulares egocéntricos” debido al hecho de que nunca se aplican a más de un objeto a la vez, si bien, como remarca Jakobson, este hecho es común a todos los términos sincategoremáticos, distinguiéndose los shifter del resto de constitutivos por su referencia obligatoria al mensaje en cuestión.
Finalmente, Jakobson rebate las apreciaciones esgrimidas en la tradición humboltdiana en las cuales se cataloga a los símbolos-índice (en particular a los pronombres personales) como el estrato más elemental y primitivo del lenguaje, poniendo de manifiesto que, por contra, estos representan una categoría harto compleja en la que código y mensaje se recubren.
De ahí que los pronombres representen una de las últimas adquisiciones del lenguaje infantil o al contrario una de las primeras pérdidas en la afasia.
Así, por ejemplo, el niño que ha aprendido a identificarse a sí mismo con su propio nombre no se acostumbrará fácilmente a términos tan enajenables como los pronombres personales: puede temer hablar de sí mismo en primera persona cuando sus interlocutores le llaman tú.
O, a veces, tratará de monopolizar el pronombre de primera persona: No te llames yo: “sólo yo soy yo, y tú sólo eres tú”. O bien lo empleará indiscriminadamente para el destinador o para el destinatario, de modo que este pronombre significará quienquiera que participe del diálogo en cuestión.
Las categorías verbales
Una vez especificada la concepción lingüística de los shifters, Jakobson pretende estructurar las categorías verbales, incidiendo en el hecho de que en las mismas, también adquieren una relevancia especial los pronombres personales, puesto que estos marcan la concordancia de persona en los verbos. Por lo tanto, hay que tener en cuenta la clasificación que pretende de las categorías verbales en atención a:
a) el discurso en sí y su temática;
b) el hecho en sí y cualquiera y cada uno de sus participantes, ya “activo”, ya “pasivo”.
Podríamos hablar entonces de una división en cuatro elementos: el hecho relatado (Hr), de lo que se habla; el hecho de discurso (Hd), su enunciación, es decir, el hecho de estar refiriéndose a algo; un participante en el hecho relatado (Pr), de quién se relata; y un participante en el hecho discursivo (Pd), ya sea destinador o destinatario, que lleva a cabo el acto de la enunciación.
Designadores y conectadores
Todo verbo se refiere a un hecho relatado (Hr), de esta manera, las categorías verbales pueden subdividirse en aquellas que implican a los participantes del hecho, y aquellas que no. De esta forma, nos encontramos:
Los desigandores
Categorías que pueden caracterizar a los participantes mismos (Pr).
Categorías que prescinden de los participantes y caracterizan al hecho relatado en sí (Hr).
Los conectadores
Categorías que caracterizan su relación con el hecho relatado (PrHr). Ejemplo: “Yo fui el último en entregar el trabajo de lingüística“.
Categorías que prescinden de los participantes y caracterizan su relación con otro hecho relatado (HrHr).
Donde los designadores indican o bien la calidad o bien la cantidad del elemento relatado y pueden llamarse respectivamente calificadores o cuantificadores. Y los conectadores, aquellas categorías que caracterizan a un elemento relatado respecto a otro elemento relatado.
Los designadores como los conectadores pueden caracterizar al hecho relatado (proceso del enunciado) y/o a sus participantes remitiendo o no al hecho discursivo (proceso de enunciación) o a sus participantes.
Las categorías que impliquen tal referencia se llamarán conmutadores; los que carezcan de ella, no conmutadores. Así, tomando en consideración estas dicotomías básicas, según Jakobson, podremos definir cualquier categoría verbal genérica.
Clasificación de las categorías gramaticales
La clasificación de las categorías gramaticales requiere una coherente división de shifters.
Así, el género, el número, la persona, el estado, el aspecto y el tiempo, como designadores, y la voz y el modo, como conectadores, son conmutadores que sirven para reconocer en un enunciado y su situación de enunciación, el hecho relatado (Hr), el hecho del discurso (Hd), así como también a los participantes del relato (Pr) y a los participantes del discurso (Pd). De esta manera nos encontramos:
(Pr) El género y el número caracterizan a los participantes mismos sin referencia al hecho discursivo: el género califica y el número cuantifica a los participantes.
Las formas verbales indican si el participante activo o, a su vez, el pasivo, son animados o inanimados (Bloomfield) .
(Pr/Pd) la persona caracteriza a los participantes del hecho relatado con referencia a los participantes del hecho discursivo. Así la primera persona señala la identidad de un participante de un hecho relatado con el ejecutor del hecho discursivo, y la segunda persona, la identidad con el protagonista pasivo actual o potencial del hecho discursivo.
El hecho relatado
(Hr) El estado y el aspecto caracterizan el hecho relatado en sí mismo sin implicar a los participantes y sin referencia alguna al hecho discursivo. En inglés, el estado asertivo se sirve de combinaciones con el auxiliar do opcionales en la afirmación y obligatorias en una aserción negativa o interrogativa.
(HrHd) El tiempo caracteriza el hecho relatado con referencia al hecho discursivo. Así, el pretérito nos informa de que el hecho relatado es anterior al hecho discursivo.
(PrHr) La voz caracteriza la relación existente entre el hecho relatado y sus participantes sin referencia al hecho discursivo o al hablante.
(PrHr/Pd) El modo caracteriza la relación existente entre el hecho relatado y sus participantes con referencia a los participantes del hecho discursivo.
(HrHr) No existe término consagrado alguno para esta categoría. El término de Bloomfield “orden” o el griego “taxis” caracterizan al hecho relatado en relación con otro hecho relatado y sin referencia con el hecho discursivo. (Ej. Las taxis dependientes expresan varias relaciones con el verbo independiente, tales como simultaneidad, anterioridad, conexión concesiva, etc.)
(HrHrd/Hd) Testificante (evidencial). Etiqueta para la categoría verbal que toma en cuenta tres hechos: un hecho relatado, un hecho discursivo y un hecho discursivo relatado.
El hablante refiere un hecho sobre la base de que se trata de algo referido por alguien más (una declaración citada, de oídas), de un sueño (declaración reveladora), de un acertijo (declaración supositiva), o de su experiencia anterior (patentización por la memoria).
La conjugación búlgara distingue dos formas: narración directa y narración indirecta . Ante la pregunta: ¿Qué pasó con el barco? Si la respuesta de un marinero es: “Yo vi que zarpó” , la narración es directa. Si contesta: “Se dice que zarpó“, es indirecta.
Conclusión
Finalmente, Jakobson acaba el artículo catalogando los conceptos gramaticales del verbo ruso en toda esta estructura.
Como conclusión, podríamos decir que los shifters nos permiten diferenciar el sujeto del enunciado y el sujeto de la enunciación, así como que el acto del habla supone una enunciación que a su vez supone un enunciado en sí mismo. Del mismo modo, los shifters se relacionan con la deixis.
Esperamos que nuestra entrada sobre Jakobson: Los conmutadores. Las categorías verbales y el verbo ruso os ayude a comprender el concepto de shifters y su aplicación.
Espero qu aún estés vivo y escribas muchas poesía que es más parecido a la pintura de lo que piensas, saludos amigo!
Por suerte para mí, ¡sigo vivo! Gracias por tu animoso comentario. 🙂