En nuestro afán por ayudaros a hacer un buen análisis de texto, estamos desglosando los principales elementos que componen un texto. Así pues, una de las partes que tiene que contener nuestro análisis textual es la referente a las tipologías textuales.
En efecto, en nuestra entrada cómo realizar un análisis de texto, os explicamos las distintas formas de abordar un texto y las diferentes opciones que podemos incluir en nuestro análisis en función de la forma y el fondo de este.
Asimismo, en cómo hacer un buen resumen, ya introdujimos una parte referida a las tipologías textuales. Toda vez que estas nos permiten determinar no solo la intención del autor, sino también la forma en la que está construido el texto.
Ahora bien, la primera pregunta que tenemos que abordar es:
¿Qué son las tipologías textuales?
Siguiendo nuestra tendencia a simplificar todas las cuestiones, las tipologías textuales no son ni más ni menos que los distintos tipos de texto que hay. Dicho de otro modo, es la forma en la que los lingüistas y demás estudiosos de la lengua han dado en clasificar las diferentes clases de texto que hay.
Si tenemos en cuenta que los seres humanos tendemos a clasificar y conceptualizar todo —lo que nos permite ordenar el mundo en el que vivimos—, con los textos no iba a ser menos. Así, en el análisis de los textos, hay quienes se han percatado de que estos se pueden agrupar en función de sus características lingüísticas, pero, también, según lo que quieran transmitir al receptor.
En atención a estas características comunes, a lo largo del tiempo, se han producido varias clasificaciones de los textos. En la actualidad, las hay que van desde los seis tipos de textos hasta otras que indican que hay diez, quince o más.
Nosotros nos vamos a centrar en la clasificación canónica, esto es, aquella que se enseña de forma usual en los manuales de Lengua e indica la modalidad de texto. De esta forma, determinamos:
¿Cuáles son las tipologías textuales?
La primera distinción que tenemos que realizar a la hora de clasificar un texto es si se trata de un texto literario o de un texto no literario.
Los textos literarios se clasifican en atención al género y subgénero literario al que los podamos adscribir. Es decir, podrán ser narrativos, líricos o dramáticos. No obstante, en esta entrada nos centraremos en los textos no literarios, puesto que estamos determinando los elementos que hemos de incluir en un análisis lingüístico de un texto.
De este modo, cuando analicemos un texto, uno de los primeros pasos que hemos de realizar es concretar cuál es la tipología textual a la pertenece. Para ello, tenemos que saber que hay seis tipos de texto, y en función de su estructura y componentes lingüísticos, así como de la intencionalidad del emisor, estos pueden ser:
Argumentativos, descriptivos, dialógicos, expositivos, instructivos o narrativos. A continuación, detallaremos de forma breve, las características de cada una de estas tipologías textuales:
Los textos argumentativos
La finalidad del emisor en un texto argumentativo es defender una posición o postura acerca de un tema que da lugar a diferentes opiniones. Es por ello que el emisor va a utilizar toda una serie de argumentaciones con las que pretende convencer al receptor de que la idea o tesis que este adopta es la adecuada, la válida.
En consecuencia, la finalidad del texto argumentativo es convencer, atraer al lector hacia la idea defendida por el autor. Por tanto, es un texto donde predomina la subjetividad, la opinión.
Desde un punto de vista lingüístico, los textos argumentativos son complejos en tanto en cuanto los argumentos dados pueden servirse de cualquier recurso con tal de convencer al lector.
Así, veremos argumentaciones lógicas, argumentos que apelan a las emociones, citas, falacias, elementos narrativos, incluso, elementos poéticos o artísticos que busquen atraer al lector —como en la publicidad o en los discursos políticos—.
Los textos descriptivos
Un texto descriptivo, como su propio nombre indica, sirve para describir. Dicho de otro modo, su finalidad es la de decir cómo es una persona, animal o cosa. Esto es, definir sus rasgos y características. Es lo que responderíamos si alguien nos pregunta: ¿Cómo es tu amiga Lucía? O ¿Cómo es tu habitación?
En efecto, si desarrollamos una de esas preguntas, nuestra respuesta supondría un texto descriptivo.
Es por ello que desde un punto de vista lingüístico, en el texto descriptivo abundan los verbos de estado (ser, estar, parecer), los verbos de posesión (tener, poseer, haber, etc.), los adjetivos, o las enumeraciones, entre otros elementos.
Asimismo, las descripciones pueden ser objetivas, si se limitan a describir el elemento sin añadir ninguna valoración, o subjetivas, si además de describir el elemento, añaden alguna opinión o valoración afectiva sobre este.
Los textos dialógicos
Son aquellos en los que predominan los diálogos. Es decir, la finalidad de estos textos es transmitir la conversación producida entre varias personas o personajes.
Los textos dialógicos pueden aparecer de forma independiente, como por ejemplo en un guion cinematográfico o en texto teatral; o bien, insertos dentro de un texto narrativo.
En ambos casos, en atención a su forma lingüística, los diálogos suelen aparecer con guiones largos (—), que indican el inicio de la conversación. También, se puede indicar la persona o personaje que dialoga (Hamlet. — Ser o no ser, esa es la cuestión).
Cuando el diálogo está enmarcado dentro de un texto narrativo, son abundantes los verbos de decir (“Y Don Quijote le dijo: — erutar, Sancho, quiere decir regoldar…”).
Los textos expositivos
También denominados explicativos, puesto que lo que se persigue con este tipo de texto es dar una explicación acerca de un tema. Dicho de otra forma, la finalidad de los textos expositivos es explicar, informar al receptor sobre un tema dado.
Es por eso que en los textos expositivos la objetividad se convierte en un requisito, toda vez que tratan de informar, dar una explicación sobre un tema, puesto que si incluyese algún tipo de opinión, estaríamos ante un texto argumentativo.
Igualmente, la claridad y la concisión se enumeran entre sus principales rasgos. Son abundantes las definiciones, los marcadores discursivos distributivos y explicativos, o las citas de autoridad, entre otros. Esta entrada sobre las tipologías textuales sería un claro ejemplo de texto expositivo.
Los textos instructivos y normativos
Lo que se pretende con un texto instructivo/normativo es dar instrucciones o establecer unas normas al receptor. Son los tipos de texto que encontramos en las instrucciones de uso de algún aparato electrónico, o en el prospecto de un medicamento. Como normativos, podemos referir a las leyes o a los estatutos o normas de uso de alguna instalación (un gimnasio, por ejemplo).
En ellos son frecuentes los verbos en imperativo, las fórmulas de cortesía, el uso del infinitivo con carácter imperativo (Usar el destornillador para atornillar la pata), la enumeración o los conectores distributivos (en primer lugar, en segundo lugar, 1º, 2º, 3º, etc.).
Los textos narrativos
En este tipo de textos, un narrador nos narra, nos cuenta o relata lo que sucede a unas personas o personajes (narración literaria) en un lugar y un tiempo determinados. Teniendo en cuenta que estamos analizando los tipos de texto no literarios, son los textos que encontramos en las noticias o en los textos de historia. Igualmente, es lo que utilizamos cuando alguien nos realiza alguna pregunta del tipo: — ¿Qué tal fueron tus vacaciones? O ¿Cómo te ha ido el día?
La narración, por norma general, está en tiempos pretéritos, puesto que solemos contar cosas que ya han sucedido. Igualmente, incluye elementos deícticos que sirven para indicar el contexto o la situación en la que se enmarca lo relatado. También es frecuente, el uso de conectores de causa o de distribución para ordenar los hechos.
Conclusión
Finalmente, a modo de conclusión, podemos señalar que las tipologías textuales aparecen entremezcladas entre sí, esto es, dentro de un mismo texto se pueden dar elementos que pertenezcan a diferentes tipologías textuales.
Es por esto que se habla de la tipología principal o dominante, que es la que predomina en el texto, y la tipología secundaria o incrustada, que es la que aparece enmarcada dentro de la principal, pero que no determina el texto en sí.
Por ejemplo, en un texto argumentativo podemos encontrar un diálogo en el que el autor quiera mostrarnos una conversación que sirva a su propósito de convencer al receptor sobre la opinión en un tema. O en una descripción, nos servimos de elementos narrativos para decir cómo es nuestro pueblo.
En cualquier caso, tenemos que fijarnos en el texto en su conjunto y determinar la finalidad global del emisor, eso y los distintos elementos lingüísticos que componen el texto, nos servirá para clasificar la tipología textual.
Si tenéis alguna duda, ya sabéis, podéis dejar un comentario o escribirnos en nuestra hoja de contacto.





